Si es obscena toda poesía mentida, salida de la confusión de la poesía con su envoltura, de la ingenua creencia de que escribir en verso, usar una estrofa o pergeñar una rima es hacer poesía, es obscena esta escritura que se autotitula “poética” y que cree ingenuamente que lo poético, frente a la aridez de la expresión científica, descansa en la metáfora. Es obscena esta mezcla de metáforas chillonas con palabras como “diégesis”, “distasia” y “acronología”. (Recuerdo que Lezama, al prologar un libro de Julio Ortega, no encontraba mejor elogio que señalar que el gran crítico peruano “nunca ha escrito la palabra sintagma”.)
Es obsceno este texto donde el autor declara que lo que le interesa es, más que las manías clasificatorias de los manuales, “el ensayo asentado en la idea, en la producción de ideas más que de casillas”, pero que se soporta en buena medida sobre un manual y dos casillas. Es obsceno este libro que, luego de criticar pretenciosamente “las imprecisiones de craso rigor” de la bibliografía sobre el tema, no avanza en el plano teórico mucho más allá de las malas lecturas, no en el sentido de Bloom, sino en el sentido común.
(Ligereza en la pasarela, La Isla en peso, 2001)
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