En consecuencia, Padilla la emprende a mandarriazos contra Otero, el novelista-funcionario, con una violencia –o un resentimiento– que desborda los límites de la crítica literaria y que parece haberse acumulado aún antes de publicarse la novela. Hay una desproporción escandalosa entre la brevedad de Pasión de Urbino y la vasta irritación con que Padilla la ataca. Muchos no comparten su opinión –la encuesta se abre precisamente porque los 5’000 ejemplares de la novela se agotaron en menos de una semana–, pero no es a nosotros a quienes corresponde ahora juzgarla. Sólo añadiremos que –dejando a un lado su irritación– el enfoque de Padilla nos parece de una arbitrariedad capaz de invalidar cualquier crítica literaria.
(Respuesta, El Caimán Barbudo, 1967)
No comments:
Post a Comment