Cuba es, sin duda alguna, uno
de los grandes productores de este tipo de literatura. Viene moliendo esta caña
pensante hace sus buenos cincuenta años, y por lo que se echa de ver parece que
la molienda respetuosa proseguirá a toda máquina. ¿Cuáles son los ingredientes
de tal literatura? Catolicismo, pero no el cristiano sino el literario, es
decir hablar y citar constantemente a los místicos, Claudel, a Maritain y al
Papa en turno. Añádase después unos cuantos preciosismos, los suficientes para
que el producto quede convenientemente adornado. En seguida se echará una gran
cortina de humo, (es preciso a toda costa ocultar el pensamiento). Acto seguido
se dejará caer en la mixtura dos gotas de lisonja y una (se trata de un
producto muy concentrado) de cobardía. La unión de todos esos ingredientes da
por resultado el producto conocido por el nombre de Literatura Respetuosa, y se
detalla al público en forma de poema, cuento, ensayo, obra teatral o
simplemente en su presentación más evanescente, es decir: crítica literaria.
Por otra parte, como el producto es para el
consumo local, su venta está asegurada de antemano. Sin embargo, me he
expresado mal: no hay tal venta, ya que el gran público no lo consume. Más bien
se trata de un intercambio cuya moneda corriente es el elogio mutuo. No bien el
producto está en la calle, y una vez que el tribunal se ha asegurado de su
bondad, todos se ponen en movimiento para ponderarlo. Cada cual, según sus
posibilidades de alabanza y la dosis de cinismo que estime conveniente. De una
cosa puede estar seguro el escritor respetuoso: aunque su producto sea, a ojos
vista, en el estricto sentido literario, un mamarracho, el crítico que lo
enjuicie se las arreglará para hacerlo aparecer como bueno. Por lo genral sus
críticas comienzan así: “El fino (o la fina) escritor X acaba de enviarnos sus
versos. Agradezco su fineza, y me complazco en decirle, desde las columnas de
este periódico que son muy finos sus versos. Fe y adelante”.
Pero éstos, diríamos, son los sub-productos.
Con la gran producción el peligro se acrecienta. Ya no se trata del escritor
que es simplemente un pobre diablo. Por el contrario éste es un buen escritor,
y las hadas en su cuna lo dotaron con el talento y la gracia. Nunca se sabrá
bien por qué infortunadas circunstancias pasó a formar en las filas de la
literatura respetuosa. Por inercia. ¿Por cobardía? ¿Por escalar posiciones?
¿Porque se dio cuenta que en Cuba es ése el único modo de “llegar”? Sea por una
u otra causa, lo cierto es que, con el tiempo, su expresión se va haciendo más
y más alambicada, más y más inocua hasta parar de cabeza en la Academia de
Artes y Letras o ser un monstruo tan respetado que ya no le será posible los
deliquios de ser insultado, puesto en tela de juicio o ser sujeto de
inspiración para la juventud. Y es que nada se hace impunemente en esta vida.
Vuelvo a repetir que las artimañas, zalamerías, carantoñas, cortinas de humo,
los apretones de mano, la frecuentación de ciertos círculos traen aparejados la
muerte del escritor como tal y, en última instancia, se vuelven contra él como
tábanos enfurecidos.
(Las plumas respetuosas, Revolución, julio 1959. Visto en La Habana
Elegante, segunda época)
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