En este contexto condenado, Cuerpos Divinos nos llega entonces como un eco de aquella epoquita épica: el chillido de goma del acelerón de los cincuenta a los sesenta. Pero hoy, en los años cero, ya toda lectura parece y padece de parodia: incluso Guillermo Cabrera Infante imita infantilmente a Guillermo Cabrera Infante. Lo real nos ralentizó y cualquier ficción huele a caucho quemado, incluido este work in progress trunco de GCI, que se repite a sí mismo avant la lettre o avant la literature. Mientras más peripecias, peor (síndrome de la telenovela ilustrada). Mientras más datos develados, más tedio (síndrome de la lectura exhausta). Mientras más estrategias de estilo, más esterilidad (Cuba como cauterización).
(Cadáveres divinos, Diario de Cuba, junio 2010)
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