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Wednesday, December 30, 2015

Arturo Arango vs. el “tojosismo”

Salvo honrosísimas excepciones, la poesía cubana del período exhibe un muestrario de libros desustanciados, vanos, esencialmente despolitizados, incluso oportunistas. Era el tipo de poesía, de literatura, oficialmente promovida y, como ya he dicho, la ausencia de escritores motivó la apresurada búsqueda de nuevos nombres con que llenar los espacios que quedaron vacíos. Aún a riesgo de repetirme, debo decir que esa búsqueda condujo a la invención de poetas que no lo eran, que intentaron aprovecharse de la revoltura del río, y también a la promoción de jóvenes a quienes les correspondía aparecer justamente en ese instante. La mayoría de ellos (de nosotros) no tardó en entrar en contradición con quienes dirigían instituciones culturales y órganos de promoción literaria. Se suele tomar como el ejemplo más demostrativo de la poesía hecha en esos años aquella tendencia que fue graciosamente bautizada como tojosismo, una poesía de asunto y ambiente rurales, que solía idealizar personajes del campo, y que recreaba sobre todo momentos de la infancia del sujeto lírico. Creo, sin embargo, que es necesario distinguir dos posiciones al respecto: una es la de poetas que por formación, por sensibilidad, incluso por lecturas, comenzaron a hacer el tipo de literatura que les era necesaria (pienso en autores como Roberto Manzano y Alex Pausides), y otra, la instrumentación que hicieron de esa tendencia quienes estaban encargados de promover a los jóvenes. En verdad, ese tipo de poesía venía como anillo al dedo a aquellos que tenían como propósito alejar la literatura de las contradiciones, las angustias, las inconformidades de la contemporaneidad, y por eso el tojosismo también fue el refugio de no pocos oportunistas.

(“Con tantos palos que te dio la vida...”, conferencia publicada en la red, 2007)

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