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Friday, December 5, 2014

Jorge Angel Hernández Pérez vs. Heriberto Hernández Medina

(...) Félix Luis Viera, asume que la perspectiva general del libro, con el concurso de sus testimoniantes, se inclina a considerar algo valioso al Periodo Especial por el fruto creativo que de sus circunstancias brotó. Viera comienza por citar una frase de mi Prólogo, aunque habla de una Nota, lo cual me lleva a pensar que la ha tomado del blog Ogunguerrro y no precisamente de la edición del Centro Pablo. O sea, la perspectiva de que nos abocamos a esa situación porque las relaciones de intercambio comercial internacional que sostenían la economía cubana —en ese momento en vías de reorganización—, en contra de la gestión del Estado cubano y de su administración gubernamental, queda convertida por la interpretación en un “qué bueno que pasó”. Se trata de una respuesta de reflejo condicionado a un patrón de juicio que estigmatiza la culpabilidad del atraso económico cubano al punto de descargarlo sobre el Estado socialista, como Sistema de relaciones sociales, antes que sobre las prácticas de administración. Este cliché se desentiende de paso de un evento fundamental, real, vigente y creciente: el tenaz bloqueo económico, comercial y financiero que la administración estadounidense mantiene sobre Cuba.
   Que el Bloqueo se convierta en patente de justificación para prácticas ineficientes de administración y políticas improductivas no lo elimina, por cierto, sino que lo agudiza, como lo han demostrado las diversas administraciones de EEUU, con excepción de la de James Carter e incluyendo la igualmente cruda y cínica de Obama. Así, Cuba se veía en los años 90 sujeta de la brocha una vez que el socialismo europeo se había llevado la escalera. Lo imputable al Sistema es, precisamente, no haber sucumbido a la zanahoria del neoliberalismo, pero no el arribo del Periodo Especial en sí. Sin embargo, el patrón de juicio le imputa los problemas y, una vez que los sobrevivientes se avienen a contar su sobrevida —el Poeta Hernández Novás, entre otros, optó por la trágica retirada antes de continuar la prueba—, asocia individuos y Sistema en un bloque que obvia mucho de lo que el mismo libro cuenta.
   Y a esa nota se suma, en tono epigonal, otra del poeta y arquitecto Heriberto Hernández Medina, en su blog, en la cual coloca mi frase del Prólogo —ya citada por Viera— sin citar mi nombre ni ofrecer el hipervínculo que permita evaluar en equilibrio. ¿Se trata de una censura a la inversa, desde la otra orilla que de plena libertad de expresión se ufana? Comienza esta con una declaración de amistad, de hermandad, que se va a negar por sí misma en las siguientes oraciones. Y sustenta la tesis anteriormente planteada por Viera con una frase que explicita el tabú sobre el cual el patrón de juicio se construye: “como decir que el holocausto fue en parte bueno porque se escribió el Diario de Ana Frank o se filmó Sophie’s Choice”. Insiste además en la misma hipótesis de que el Periodo Especial fue una conspiración del Sistema —del Gobernante, dice, y aclara que no usa la palabra “dictador”— para matar la dignidad del cubano. Nada, que de tan malos, su propio piso se serruchan estos gobernantes cubanos.
   La verdad es que esta paranoia se diferencia poco de aquella que esgrimen los burócratas que piensan que se trata de un libro útil para sus enemigos. Hay dos extremos ciegos que se unen, negándose a destajo; extremos que, como la burocracia, ni se analizan ni se asumen como hechos concretos, solo se declaman. Mientras, el pensamiento y la conciencia intelectual de Vega Chapú no solo asumen el riesgo, sino que salvan con mucha dignidad, precisamente, el paso. No obstante, para Hernández Medina, ese amigo y hermano del alma queda sin remedio, y ¡públicamente!, acusado de llevar a cabo un proyecto muy útil al régimen cubano una vez que “fuera preciso cerrar ese capítulo negro de nuestra historia”.

(Amigo de qué, Blog Oggún Guerrero, enero 2012)

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