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Wednesday, December 3, 2014

Ernesto Hernández Busto vs. Miguel Fernández y Emilio Ichikawa

Un adjetivo —“arriesgada”—, con el que califiqué aquí la tesis de Rafael Rojas en su último artículo sobre la Revolución cubana, le ha provocado a Miguel Arnaldo Fernández un total de 1700 palabras, repartidas en sendas entregas publicadas en el blog de Emilio Ichikawa. (Ignorando las reglas más elementales de la discusión intelectual, el dueño de ese blog se negó a publicar una breve réplica mía en el mismo sitio. Esa parcialidad es parte de lo que yo llamo “el síndrome del estreno”, y no voy a tomármela demasiado en serio, aunque alerto a quienes allí publican de que un día les podría pasar lo mismo: rabieta de propietario contra las buenas costumbres democráticas del gremio).
(…)
   En un gesto de simpático diletantismo historiográfico, Fernández & Ichikawa también mencionan el “empleo habitual en los círculos de Miami y Union City” del término en discordia. No parece argumento demasiado serio, pero es la agudización de esa tendencia de Ichikawa a malgastar buenas ideas o intuiciones brillantes revistiéndolas de cierta chabacanería epistémica o desaliño teórico, lo que si bien lo acerca saludablemente al cronista o historiador de las costumbres locales, lo separa definitivamente de la historia profesional. Ya Lucien Febvre se ocupó de decir que Michelet es un autor muy interesante, pero que de historiador hay poco en él. Usar lo de “yo tengo un primo que dice” o “aquí se comenta que” para dejar huella en los anales de las ciencias sociales es un método muy discutible, sobre todo en Miami o Union City, donde la gente dice cualquier cosa de cualquiera. En su mejor variante, eso sería periodismo, no historia.

(¿Guerra civil?, Blog Penúltimos Días, octubre 2008)

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