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Thursday, October 16, 2014

Jacobo Machover vs. Zoé Valdés

El caso de Zoé Valdés obedece más a un fenómeno sociológico que a una idea estrictamente literaria. Muy cercana a las más altas esferas culturales del régimen (sobre todo al ICAIC, el Instituto del Arte e Industria Cinematográficas de Cuba, dirigido por Alfredo Guevara), luego formó parte de la delegación cubana ante la UNESCO, también bajo la protección del todopoderoso Alfredo Guevara, hasta el momento en que decidió quedarse en París, en 1995. Poetisa al principio, escribió después una novela, Sangre azul, y una segunda, que conoció un rotundo éxito, La nada cotidiana (Barcelona, Emecé, 1995), publicada primero en francés en 1995. Se trata de un librito que mezcla una reflexión desencantada de la vida cotidiana en Cuba bajo el castrismo (nacida en 1959, Zoé Valdés sólo conocía esa realidad pero tenía el privilegio de poder efectuar constantes viajes al extranjero) y un erotismo tropical subido de tono (descrito por una mujer, lo que es bastante inhabitual). El éxito, más tarde, iba a ser sorprendente. Finalista del premio Planeta con Te di la vida entera (Barcelona, Planeta, 1996), sus libros, tanto en España como en Francia, adquirieron la categoría de best-sellers. Sus posiciones políticas sobre el régimen de Castro se fueron radicalizando y sus artículos, sobre temas tan diversos como la vaca loca o la visita del papa a Cuba, han sido publicados en los periódicos del mundo entero. Llegó incluso a formar parte del jurado del festival de Cannes. De hecho, Zoé Valdés se transformó en una verdadera estrella de la literatura y de la política, un reconocimiento otrora inimaginable para la mayoría de los escritores cubanos exiliados, lo que provocó bastantes celos por parte de muchos de ellos. Pero su éxito no depende para nada de sus discutibles cualidades literarias.

(La memoria frente al poder. Publicacions Universidad de Valencia, 2001)

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