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Tuesday, October 21, 2014

Ernesto Pérez Chang vs. Angel Santiesteban

Los jadeos sexuales furtivos de una infortunadita pareja de vecinos que mantuvo muy preocupado a nuestro "clásico vivo", en su papel de cronista a tontas y a locas, no le permitieron escuchar bien los chismes que le proveyeron sus malas fuentes. En la penumbra y tras la puerta, tal vez entusiasmado con el ardor ajeno, es cuando a su mente le asaltaron —y a mano armada— las energías de algún teórico literario de manicomio con capricho compulsivo de reporter. La que escribiré de inmediato es, sin dudas, una frase de antología: "Aquellos escritores, cuya Literatura jamás cuestiona la gestión gubernamental, fueron hace dos semanas, en una delegación "todos estrellas", a la Feria del Libro de Mazatlán, México." La construcción es bien desastrosa pero será posible y hasta saludable ignorar disonancias y desmaños cuando el esperpento de lo dicho nos detenga ante esa categoría estética que, en su excentricismo asalariado, disfrazado de malquerencia, ha parido el angelito. ¿Cuántos escritores caben en su definición? ¿Sólo la docena que asistió a Mazatlán o la casi generalidad de los que en el mundo han sido? Si nos planteáramos la aventura de una antología de autores del pasado y del presente que no cuestionaron ni cuestionan eso que él llama "gestión gubernamental", terminaríamos este milenio con la derrota de la empresa por exceso de candidatos y, al final del próximo, aún nuestros descendientes estarían sumando autores. Creo que ni siquiera en la obra misma de Santiesteban existe una línea que "cuestione la gestión gubernamental". En su caso pudiera ser, quizás, porque no hay razones ni talento para inventarlas, su discurso cuando pretende ser político se trueca simplemente en sonido y furia, al cual salpimenta con algunos melodramas plagiados de los peores discípulos de Felix B. Caignet. Tenga en cuenta que todo el supuesto arsenal ofensivo del cual dispone Ángel para su papel de articulista "disidente", se modula en una suerte de más de lo mismo. Sólo haría falta que un filólogo, sólo por aburrimiento, se dé a volcar su pericia en demostrar cuán miméticos, seriados y acompasados resultan los blogs que Cubaencuentro, PRISA and Cia. se han dado en colgar como una nueva, desesperada y deslucida estrategia para fabricar una disidencia "otra" —con visos de "cultural" o de "generacional" (para que parezca una epidemia) — que maneje, siempre hacia la derecha, la ya manipulada opinión pública mundial con deformaciones, desinformaciones y gigantes por molinos, una empresa que sólo ha de servir para que, en un saldo de cuentas harto jugoso y muy bien planeado, una megaindustria de la contrarrevolución con sede en Miami se engorde con cualesquiera de los peores destinos de nuestra nación. Estas estrategias a la moda serán desenmascaradas, una a una, en su momento.
   Pero virtudes hay en la paginita de Ángel, no se las neguemos. Además de acuñar esa abarcadora, aunque torpe, "clase literaria" para definir la literatura cubana actual, de la cual desconoce (¿por sus escasas o malas lecturas?) la diversidad y la pluralidad que en el presente la caracterizan. Santiesteban ha descubierto el modo más eficiente de condensar desinformación, disparate, torpeza, impericia literaria, falta de imaginación y antiperiodismo en un record de tres cuartos de página. El mérito habrá algunos que se lo discutan pero creo que bien sumará desde ahora el mote de "majestad de la pifia", al otro ridículo y carcajeante apelativo de "clásico vivo" que acuñara aquel alucinado Emir del Valle de los Manipuladores en un aborto de entrevista forzada que hace unas pocas semanas circulara por e-mails. Claro, aún así, henchido de mofa el disparate, hubo algunas cacatúas de la Isla que lo repitieron —es decir, aquello de "clásico vivo"— sin percatarse de que el "elogio" en la boca del zorro era para el queso en el pico del cuervo. ¡Y bien que se lo ha mal creído el angelito! Quedándole chico el traje de narrador que bien le ganó a los tutores con libros y premios, ahora se ha arrebatado con lo de las cibercrónicas que mucho, como sonaja imprescindible, llevan de fantasía y absolutamente nada de autenticidad y vocación por el reportaje. Ese escupitajo de ponzoña lanzado con tirria sobre aquellos que fuimos invitados a la feria del libro de Mazatlán, evidentemente es delirante y cínico. No conozco ni me preocupa saber cuáles fueron las expectativas de cada uno de nosotros antes o después de la llegada a México. Es intrascendente para lo que con éxito sucedió allí. En lo particular, siempre he asumido los viajes con responsabilidad intelectual, porque soy un escritor; y con la inquietud del descubrimiento, porque desciendo de errantes chinos, franceses y españoles e inexorablemente lo empujaron los siglos en la sangre. Fue esta hacia Mazatlán una delegación tan heterogénea como así de escritores fue armada con acierto, como así de humanos, como así de diversos. Pocos de los que asistimos fuimos alguna vez discípulos incondicionales de alguien. No llevamos sino las marcas, las alevosías literarias y los contornos que nos hacen distintos, y creo que exhibimos muy poco de estrellas. Cada cual dialogó con la prensa y el público desde su personal ideología, y creo que desde esa sinceridad intelectual que en un final es la que impide que en los silencios y los murmullos y las incoherencias, más que humanas, crezcan los fantasmas del odio del ofuscado Ángel que sí busca emplazar en la literatura ese "registro con valoraciones extraculturales" del que dice cuidarse pero al cual acude en su propensión al divismo. Lo cierto es que nada de lo que escribe sobre Mazatlán se corresponde con lo acontecido. No sé a qué viene su pena ajena. Sé que en ningún momento las instituciones cubanas aseguraron a los organizadores mexicanos que correrían con una parte de los gastos nuestros. Las invitaciones cursadas desde México son explícitas y los responsables mazatlecos cumplieron el papel de anfitriones con todo el respeto y la amabilidad que por tradición histórica les caracteriza. Soy consciente de que dejamos satisfacción y experiencia en ellos. Hablamos sobre nuestros libros y sobre Cuba. Recibimos solidaridad y atención. Cuba era la invitada de honor a un evento cultural que por vez primera dejaba de ser nacional. Fuimos los cubanos, y no sólo los escritores, los privilegiados por los lazos culturales que unen a Mazatlán y a Cuba. De Cuba son los profesores de ballet y música que imparten clases en sus academias; de Cuba es, incluso, su Reina de Carnaval.
   Pienso en miles de razones que han llevado a Santiesteban —que ha integrado, en numerosas ocasiones, representaciones similares, organizadas por instituciones culturales cubanas— a perpetrar el más fallido de todos sus textos. Atribuirle un dilema me seduce: o no tiene sobre qué hablar y apela al despropósito, o algún periodista inhábil que no pudo colar por mediocre sus desbarros en el más barato de los diarios de derecha, le ha pedido que juegue sucio por él. Ahora, ante esta página desentonada sobre Mazatlán, no dudo en que hay muy "mala leche" en su aparente penar solidario. No sé si padece de Alzheimer, pero creo que al nuevo blóger se le olvida que a alguien ambicioso, en la cercana Hispaniola, se le vio trotar discreto en episodios lastimeros y tremebundos, denigrantes. Y que en nuestra Isla ese mismo filibustero formó parte de, intervino en, tomó partido por y celebró cuanta iniciativa noble y justa sirvió de vehículo para enaltecerle.
   Lo que me parece mucho más bruto que cualquiera de los dislates comentados —algo así como la irrupción del pelo en la sopa— es que el autor de este blog colgado en Encuentro se promueva —en el lado derecho de la página, es decir, allí en la zona donde se difama y se trasviste— como hijo desahuciado, como escritor excluido, y hasta censurado, mientras en el margen izquierdo exhibe una larga nómina de premios importantes otorgados por esas instituciones cubanas "oficialistas" (dígase Casa de las Américas, Instituto Cubano del Libro y UNEAC) que también han publicado la recua de títulos que el espacio del ensalce personal exhibe, creo que para reafirmación del estrellato por el cual solloza.

(Angel Santiesteban: las torpezas de un reporter. Publicado en la red)

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