Conservo el privilegio de haberme dado cuenta desde el inicio de que esa revista no aclara sus relaciones con el régimen cubano, y que muy veladamente promueve a artistas colaboradores de esa dictadura (no me refiero a los artistas que necesitan trabajar y trabajan porque no les queda más remedio con el aparato estatal cubano, del que no se puede escapar si se quiere trabajar para vivir, hablo de aquellos que prestan su imagen con el objetivo de vender el producto castrista en el extranjero a cambio de prebendas), y que lo único que ha hecho, en lugar de conciliar y convocar el "encuentro" entre cubanos es todo lo contrario, ha conseguido la división sobre todo entre la gente del exilio. Y me quedo corta.
(Nada que ver con Encuentro. Blog de Zoé Valdés, julio 2007)
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