Imagen y posibilidad intentaba, por tanto, echar tierra al entierro y en cambio resucitar al muerto. En ese desentierro el primer colaborador era, desde luego, el propio Lezama. Los primeros tres textos del libro eran políticos, dos de ellos de adhesión al régimen: El 26 de julio: imagen y posibilidad, y Ernesto Guevara: comandante nuestro. Por eso en su prólogo, el recopilador oblicuamente justificaba el libro bajo el argumento de que irradiaba "luz sobre aspectos del pensamiento y la conducta de Lezama… un Lezama testigo no sólo del acontecer cultural sino también del acontecer vital".
La única cita al pie en ese prólogo venía de un libro de Cintio Vitier, Ese sol del mundo moral, libro que en ese momento, por cierto (1975) estaba prohibido en Cuba. Había sido allí donde su autor había señalado, famosamente, que en otro texto de 1953, Secularidad de José Martí, que también recoge Imagen y posibilidad, Lezama había aludido al asalto al Cuartel Moncada y profetizado el eventual triunfo de la Revolución. Desde luego, el compilador ahora hacía suya la misma observación. Quedaba claro, por consiguiente, que el verdadero compilador de ese libro póstumo no era el que firmaba el libro sino Cintio Vitier y que era él quien quería desenterrar al muerto.
(La flauta china: mi diálogo con Cintio Vitier. Diario de Cuba, diciembre 2010)
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