Además del fuerte aparato burocrático y de vigilancia por parte del Estado, la censura en Cuba –durante más de 30 años: infinidad de libros censurados, autores “congelados”, revistas clausuradas, libros convertidos en pulpa, proyectos rechazados...– tienen otras causas; una de ellas concierne a la imposibilidad legal de grupos literarios, publicaciones privadas y formas públicas de intervención social al margen de las instituciones del Estado; la otra, concierne al mal llamado “intelectual cubano”. Si por intelectual se entiende aquel hombre que a través de la palabra interviene en la vida cívica y cultural de su país sin que medie el Estado y sin que sea obstaculizada su libertad de palabra, se hace muy difícil explicar su presencia en Cuba. La mayoría de los “intelectuales” cubanos han sido comprados con viajes, sueldos, puestos y otros tipos de compensaciones...
(Ser intelectual en Cuba: ficción [o realidad], Encuentro de la cultura cubana, No. 2, 1996)
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