Cuando Harold Bloom coloca a Shakespeare en el centro del canon occidental lo hace convencido de que la mejor literatura moderna, del siglo XVII para acá, está en deuda con el poeta de Stratford. Dicha herencia está confirmada por procesos muy complejos de la historia cultural, que Bloom identifica con la "diálectica de la tradición" y la "angustia de las influencias". Sin embargo, Hernández Busto, en una cañona que me gustaría ver demostrada, coloca a Lezama en el centro de un "canon cubano", convencido de lo contrario, es decir, de la ausencia de una tradición en la alta literatura de la isla. El canon de Hernández Busto tiene centro, pero carece de circunferencia: es un núcleo sin alrededores. Como él sabe, en mi libro Un banquete canónico rechazo esa noción centrífuga del canon y sugiero que si, a fuerzas, hay que señalar un centro, ese sería José Martí, como pensaba el propio Lezama.
Esa sensación de falta de tradición, de mitos, de pasado, de historia, en suma, de una verdadera cultura no es nueva entre cubanos. Podría decirse, incluso, que ese recurrente malestar de la cultura, como sugiere Jorge Ferrer, motiva la invención de una mitología genésica, de la que sale lo mejor de nuestra cultura y lo peor de nuestra política. El joven Lezama la sintió y en el Coloquio con Juan Ramón Jiménez da cuenta de ello. Es ese joven Lezama, que reacciona contra el afro-cubanismo de Guillén, Ballagas, Carpentier y la generación de Avance, el que ahora le sirve a Hernández Busto para emprender una cruzada, que tiene resonancias de algún fascismo postcomunista, contra lo "negroide", en nombre de la "Literatura". Lo que olvida Hernández Busto es que Lezama evolucionó, sobre todo, a partir de Orígenes en 1944, y que, veinte años después, en Paradiso, produjo una imagen de la cultura cubana muchos más plena que la de sus primeros textos. No es difícil encontrar, incluso, en ensayos de Analecta del reloj, en La expresión americana, en Tratados en la Habana y en algunos artículos sobre América Latina, de los años 60 y 70, ciertos coqueteos con el tópico del mestizaje.
(La negrofobia del letrado sin nación. Cubaencuentro, marzo 2001)
No comments:
Post a Comment