Muchas veces habrá deseado Belkis Cuza Malé ser la viuda de Heberto Padilla. Para ahorrarle tal honor, se cruzó en su camino una sentencia de divorcio (resulta arduo ponderar todo lo que hubiéramos tenido que aguantarle en caso contrario) y, gracias a esa separación legalizada, no alcanza ella a constituirse en Viuda Némesis. No clasifica para Torturadora Póstuma, Paralizadora de Ediciones Fiables e Impulsora de Ediciones Reprochables. Un detallito legal le impide codearse con brujas del calibre de María Kodama. Y, dado que sus poemas son poco memorables y resultan risibles sus revelaciones histéricas (¡Elvis vive y es Rey!), es una lástima que no goce del título de viuda literaria.
(La Lengua suelta # 50, La Habana Elegante, segunda época)
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