Cuando escribo Cetrería... no tengo antecedentes ni consecuentes al tipo de expresión que estoy buscando. Es decir, por el aislamiento en que hago este libro me meto en un berenjenal bendito, y la única respuesta que tengo es Antón Arrufat que escribe en Lunes de Revolución que yo soy el hombre más disparatado del mundo, que escribo unas líneas que lo mismo se pueden leer de izquierda a derecha que de derecha a izquierda, y no sé cuantas cosas más...Y es que en Lunes de Revolución hubo dos testimonios definitivos sobre mí: el de Antón Arrufat y el de Heberto Padilla, quien fue haciendo las críticas más severas que se pudieron hacer sobre cada uno de los integrantes del grupo Orígenes hasta llegar a mí y decir: bueno, ya de éste ni hablar. Todos los de mi generación estamos conscientes de que este hombre no existe. Es lo más malo que se ha podido dar en el mundo... Eso dijo Padilla, y si bien es verdad que él rectificó después aquí en la Playa albina: rectificó y se disculpó, hay cosas que la gente de Lunes de Revolución hicieron a algunos escritores que fue imperdonable, ya que en ese momento esta gente tenía el poder y entonces tú no podías siquiera contestarles. Las canalladas que escribían sobre ti no sólo podían tener consecuencias en el plano de la valoración literaria oficial sino política; o lo que es peor, podían hacerte aparecer como el idiota de la familia...
(C. A. Aguilera: La Devastación. Conversación con Lorenzo García Vega. Crítica # 93, México, junio 2002)
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