Leed una página cualquiera, leed una de esas estrofas que hacían de gozo volver el seso agua al ingenuo y cándido Dr. Romay, benemérito propagador de la vacuna entre nosotros, pero hombre de pésimo gusto, y os convenceréis de cómo todo es convencional y falso, de cómo hay palabras cadenciosas que suenan como a cascadas de perlas, párrafos rotundos, número en los versos, pero falta siempre el alma de la composición, el sentimiento, la animación, la vida.
(Ensayos de literatura cubana, Madrid, 1922)
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