No hay mujer en Gertrudis Gómez de Avellaneda; todo anunciaba en ella un ánimo potente y varonil; era su cuerpo alto y robusto como su poesía ruda y enérgica; no tuvieron las ternuras miradas para sus ojos, llenos siempre de extraño fulgor y de dominio; era algo así como una nube amenazante. (...) Más: la Avellaneda no sintió el dolor humano; era más alta y potente que él, su pesar era una roca...
(Luisa Pérez de Zambrana, Obras de Martí, vol. 13, edición de Gonzalo de Miranda)
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