Cuando no se baraja el Premio Nacional de
Literatura entre autores como Delfín Prats, Enrique Saínz, Soleida Ríos,
Roberto Manzano o Víctor Fowler, y prefiere dárselo a notables investigadores y
prestigiosos profesores de la academia, es porque —ya se sabe— los primeros
abandonaron hace mucho el negocio de las letras, y se dedican desde entonces a
cualquier cosa (plomería, carpintería, albañilería, etc.), menos a la
literatura.
Cuando no se baraja el Premio Nacional de Literatura —allende el mar— entre autores como José Kozer, Roberto González Echevarría, Jorge Luis Arcos, Daína Chaviano, Antonio José Ponte, Rafael Rojas, etc., es porque estos escritores son esencialmente de Nepal, Centroeuropa, Escandinavia o Tierra del Fuego, que (by chance) escriben sobre Cuba… en español.
(Relativos [notas sobre literatura cubana I]. Hypermedia magazine, diciembre 2018)
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