Total Pageviews

Tuesday, October 13, 2020

Ernesto Santana sobre Eliseo Diego

A contrapelo de sus pecados, Eliseo es un poeta de innegable estatura y, si bien no murió en Cuba, sino en México, a donde escapó del horror de los años 90, es sabido que nunca renegó públicamente del régimen cubano, que, no obstante, por no confiar ciegamente en él, jamás le quitó un ojo de encima y le hizo demostrar su fidelidad en no pocas ocasiones.

   Como empezó a escribir en lo que consideraba el paraíso de su infancia, la escritura y la niñez serían siempre el sustento de su visión de la realidad. Por algo Eliseo se hizo pedagogo y, más allá de su propia obra, se convirtió en uno de los más dotados traductores de literatura infantil y juvenil en nuestra lengua.

   Pero las tertulias El Turco Sentado, en la calle Neptuno a inicios de los años 40, a las que asistía fascinado, lo llevaron a participar en la fundación del grupo Orígenes en 1944 y a compartir una aventura cultural que, pese a su elitismo y sus contradicciones, hizo a sus protagonistas merecedores de mejor destino en la pesadilla histórica que debieron afrontar.

   Desde la fácil posteridad, uno desearía que también hubieran elegido mejor a quién servían, pero no es tan simple juzgar la existencia de aquellos sobre los que el miedo, las dudas o las falsas convicciones cobran un peso decisivo en épocas cruciales. Como Eliseo.

   Por respeto a esas ataduras precisamente, Eliseo Alberto Diego no publicó hasta después de la muerte de su padre Informe contra mí mismo, un libro que ya tenía escrito en 1978 y donde cuenta cómo la Seguridad del Estado le pidió que espiara a su propia familia e informara de cuanto ocurriese allí, en un ámbito que pocos han sacralizado tanto como el autor de En las oscuras manos del olvido.

   La policía política sabía bien que al principio Eliseo Diego, como tantos, no era un apasionado del experimento revolucionario dictado por Fidel Castro y que, también como muchos, había preferido la opción de colaborar a la del castigo y la muerte civil. Pero advirtió también que, en lo profundo, el escritor no sentía orgullo de su rol y hasta llegó a verse a sí mismo como un azorado payaso. Algunos que lo conocieron mencionan su inocultable desprecio por la imagen que le devolvía el espejo.

   Ciertamente, Eliseo alzó su voz en defensa del castrismo incluso en momentos tan éticamente significativos como el caso Padilla, enfrentando a los intelectuales que criticaban aquel proceso burdamente estalinista.

   Sin embargo, la utopía colectiva impuesta y deshumanizadora no lo ilusionaba, según vemos en los versos donde confiesa su miedo por la actuación de las hormigas "que al ir vienen" y que "están donde van sin más preguntas". Aun así, Heberto Padilla lo retrató como un imitador de Jorge Luis Borges, "más opulento", y Virgilio Piñera no soportaba en él "el "estilo florcita": vaguedades y florituras; en suma, aburrimiento".

   Para otro origenista, Lorenzo García Vega, "ese asturiano cazurro que siempre fue Eliseo" había cometido "una desvergüenza total" con sus escritos "sobre la revolución castrista", pese a que en definitiva, "al pactar con Castro, el demonio bendito", todos ellos, y García Vega se incluía, habían seguido "lo que ya era un mito folletinesco: héroes católicos-románticos, videntes de cúpulas absurdas".

   Aunque no ignoraba todo eso, fue justamente Octavio Paz quien dejó dicho, en 1994 ante la fatal noticia, que "la muerte era lo único que faltaba a Eliseo Diego para convertirse en leyenda de la poesía latinoamericana". Y el mexicano sabía bien de lo que hablaba, seducido por algo que iba más allá del fraseo que saboreaba las palabras y la demorada respiración del verso del cubano.

   "Todo es al fin no más que un cuento mágico", creía Eliseo, pero el asunto era más complejo. Y muy trágico, porque el refugio de la escritura y de la infancia no lo salvó. Reinaldo Arenas dijo lúcidamente que "los regímenes autoritarios pueden destruir a los escritores de dos modos", con la persecución o con el pacto infame, y se preguntaba "dónde está la gran poesía de Eliseo Diego escrita en los años 40".

(El poeta y su circunstancia. 14ymedio, julio 2020)

No comments:

Post a Comment