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Tuesday, November 24, 2015

Armando Añel vs. Roberto González Echevarría

Los reconocimientos culturales en Cuba –premios, homenajes, etcétera–, no lo olvidemos, se otorgan bajo supervisión y con la autorización expresa de militares, y de militares con las manos manchadas de sangre (sobre todo los reconocimientos “importantes”). Claro que, paradójicamente, cuando un extremista de la moderación lee esto de “manos manchadas de sangre” inmediatamente acusa a quien lo escribe de extremista. Tal vez porque se trata de todo lo contrario: Extremismo es despreciar o desconocer, en función de una construcción intelectual, el dolor y la situación concreta de las víctimas. No hay peor ciego que el que no quiere ver. Porque los muertos, los encarcelados y los torturados por razones ideológicas en Cuba en estos últimos 57 años suman cientos de miles. No fueron, o no son, de cartón tabla, ni un “invento” de la CIA o del Departamento de Estado.
   En este sentido, aceptar un premio financiado y supervisado por una dictadura totalitaria como la castrista, con millones de muertos, familias divididas y ciudadanos desterrados sobre su conciencia –lo de conciencia es un decir–, y que sigue matando y provocando miseria y sufrimiento, constituye también, entre otras cosas, un extremismo. Extremista –-pongo otro ejemplo— es el académico Roberto González Echevarría, que acaba de aceptar el Premio de la Crítica 2013 otorgado por el Instituto Cubano del Libro, dependencia del Ministerio de Cultura, dependencia del régimen de Raúl Castro, dependencia de la muerte y el terror. A fin de cuentas, lo de menos es si Miguel Barnet, actual presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de la Fundación Fernando Ortiz, influyó para que le fuera entregado el galardón a Echevarría a cambio de favores anteriores –basta leer este artículo para que se entienda que no estoy lanzando pétalos de adormidera al aire–, o si la obra del premiado es realmente de envergadura más allá de los reconocimientos obtenidos fuera de Cuba (ya sabemos con qué eficacia funciona el tráfico de influencias en el mundillo de estos supuestos “pensadores”).
   La moderación extremista, o enfermiza, que caracteriza a un amplio sector de la mezquina “intelectualidad” cubana, tanto de dentro como de afuera, es uno de los elementos fundamentales que explican la permanencia en el poder, durante más de medio siglo, de un régimen genocida como el vigente en Cuba. Esta moderación extremista constituye una de las principales lanzas del llamado “intercambio cultural”, ese que le pone alfombra roja al neocastrismo a las puertas.  No nos engañemos más.

(Roberto González Echevarría y la moderación extremista. Neo Club Press, septiembre 2014)

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