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Thursday, July 30, 2015

Zoé Valdés se tiempla a José Martí

Ayer, como de costumbre, soñé que Martí andaba por ahí, revoloteando en mi habitación, montado en su caballo blanco. Y se bajaba del caballo más vivo que nunca y se desnudaba así como se desnuda Richard Gere en American Gigoló y me daba una templada de altura. Yo levitaba con la singada que me daba Martí. Es que siempre me gustó Martí, incluso escribí una conferencia de veinte páginas para hablar de la poesía amorosa de Martí en la que yo me pintaba como una mujer de Martí. Y anoche por fin lo fui.
   No, Martí anoche no murió en el caballo blanco, por el disparo de un arcabuz ni por el chivatazo de un cubano. No, Martí se bajó del caballo y me dio tremenda mamada y yo se la di a él. Y me abrazó y me dijo una pila de cosas lindas, y luego se marchó, montado de nuevo en el caballo blanco, que así en la  penumbra parecía una mancha de esperma martiana; y me prometió que escribiría un poema. Un poema para mí: su amada.

(Sueño erótico martiano. Blog Zoé Valdés, mayo 2014)

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