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Thursday, July 23, 2015

Anónimo vs. Laura Ruiz

Lo primero es lo primero. Llamó mi atención revisando algunos de los cuadernos de literatura recientemente promovidos por la ciudad un texto singular de teatro a través del cuál la marchita poetiza de EDICIONES VIGÍA, Laura Ruiz, discurre a través de un texto con nulo valor literario en una patética conversación con Amalia, símbolo de la historia camagüeyana, esposa de Ignacio Agramonte. Con un estilo soez, Laura Ruiz, enarbola un discurso homosexual con el fantasma de esta noble dama y nos conduce entre sus traumas interiores sin que nunca sepamos por qué ni para qué se produce esta despersonalización de una delicada entidad histórica que en este libro, cuyo titulo no me atrevo a repetir, es puesta al servicio de un culto sáfico cuya academia encuentra su signo en la más burda escuela de la “tortilla cubana”. Es el caso de muchos autores cubanos que como consecuencia de sus eros enfermos y vapuleados por los tabúes sexuales derivan hacia el arte en busca de una libertad que sus familias, sus amigos, y otros convivientes sociales, les han negado a consecuencia de su orientación sexual. El resultado es un elitismo que no es propiamente intelectual, es un elitismo signado por grupos de pertenencia, o sea, los nobles intereses del arte ceden su lugar, a una simpatía de elección (objeto erótico), y claro está, cuando unos cuantas personas con esta filiación confluyen en un mismo centro profesional, laboral, etc, se origina lo que pudiéramos llamar un monopolio de bolsillo, una sociedad reaccionaria hacia todo lo que contradiga sus valores. Sabido es entre muchos intelectuales de la provincia con los que he tenido el privilegio de conversar los obstáculos que muchos escritores encuentran para publicar sus libros y sortear estos “círculos del poder” que han sido auspiciados y permitidos por los dirigentes del Libro y de cultura, los cuales han avalado la publicación de folletos deplorables como el de la propia Laura Ruiz sin que hayan tenido en cuenta las útiles opiniones de otros intelectuales del ruedo.
(...)
Mi investigación me condujo a las EDICIONES VIGIA que fueron fundadas por Alfredo Saldivar, Rolando Estévez, y la propia Laura Ruiz, además de otros cuyos nombres no me fueron precisados. Estas son ediciones artesanales que surgen en pleno periodo especial con el objeto de proteger la continuidad espiritual de la literatura ante la carencia de recursos, debido al bloqueo y todo lo demás. En sus inicios, por ser una editorial pobre y de buena voluntad, por realizarse solamente con escasos materiales a mano, ser pocos sus artesanos, y realizarse la venta en moneda nacional, los derechos de autor no se pagaban, todo esto con el consentimiento del propio autor. Los tiempos cambiaron. Se legalizó la divisa, y la moneda libremente convertible. En los tiempos actuales EDICIONES VIGÍA produce una enorme cantidad de libros, los cuales son vendidos en dólares en el extranjero, aprovechando los viajes que por invitación realizan al exterior sus trabajadores, fundamentalmente Laura Ruiz. Estos libros que son procesados con mayor experiencia editorial, y mayor calidad, alcanzan precios inalcanzables para los salarios medios de los propios intelectuales de la provincia, los cuales se ven obligados a realizar colas para alcanzar los escasos números de una venta misérrima que se realiza para taparle la boca a los que están molestos con esta situación. Se supone que ahora que la cosas han mejorado económicamente, que el mercado de Vigía se ha ampliado, se paguen los justos derechos de autor. Nanina. Lo interesante es que Laura Ruiz ha logrado reparar toda su casa, incluso ha realizado ampliaciones, y sus amantes mujeres, se ven beneficiadas con exquisitos regalos, ron y vinos caros, perfumes y otras sánsaras, que le han permitido establecer un nivel de vida que todos merecen, siempre y cuando su crecimiento no sea el resultado de la expoliación de los tan útiles y necesarios derechos de pago.

(Entre las patas del caballo. Circulado por e-mail, 2007)

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