¿Ha habido alguna vez una exposición de un curador cubano que desde el primer momento tuviera la megalomanía de anunciarse a sí misma como una gran conmoción demoledora inscrita ya en la futura Historia del Arte? ¿Cómo se atreve a acusar a otros de ansias de ser el centro del mundo quien no puede escribir una cuartilla destinada supuestamente a presentar obras ajenas de artistas, sin dejar de cantarle desfachatadamente a su propia curadoría egocéntrica?
"Esta es una curadoría pretenciosa, ciertamente. No hay nada de humildad en ella. Su propio título sugiere un híbrido entre dinamita y ego, entre tsunami y catarsis narcisista."
¿Qué curadores cubanos habían llegado alguna vez a este desenfrenado mesianismo y autobombo? ¿Ha habido alguna vez alguno que concluyera las palabras de su catálogo con esta petulancia ególatra?
(El obsceno encanto del cinismo. Reproducido en Penúltimos Días, julio 2010)
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