Es sencillamente increíble. Tal parece que una parte considerable de los intelectuales cubanos dan por hecho que el régimen actual va a continuar existiendo, y ellos, dentro del mismo, con su variada gama de complicidad, silencio, oportunismo o, incluso, alegre aprobación. Porque aun cuando se rectifique públicamente lo sucedido recientemente, ello no constituiría sino un leve reacomodo dentro de una política cultural en esencia subordinada a un poder totalitario. Pues está muy bien protestar por la resurrección de la imagen de aquel pasado ominoso, pero ¿cómo convivir en el presente con un régimen que coarta diariamente todas las libertades elementales? Peor que olvidar el pasado, es tener amnesia del presente. Aun los más honestos críticos de lo sucedido, demuestran que en el presente ellos mismos continúan sometidos a cierta censura, a un miedo modelado por décadas de represión. Como si lo terrible sólo aconteciera en el pasado, como si el presente no pudiera ser cuestionado...
(Peor que olvidar el pasado es tener amnesia del presente, Cubaencuentro, enero 2007)
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