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Tuesday, April 16, 2013

Enrique del Risco vs. Cintio Vitier

En un ensayo incluido en su libro Para llegar a Orígenes, Cintio Vitier nos relata la que fue para él una estremecedora epifanía. El domingo 8 de diciembre de 1985 le “fue dado encontrar, o recibir, como la más inesperada y deseada de las epístolas, un poema desconocido de Lezama, escrito treinta y dos años atrás”. El poema, titulado “La casa del alibi” databa de 1953, año del centenario de Martí y, no estará de más recordarlo, del ataque que encabezara Fidel Castro contra la segunda fortaleza del país, el cuartel Moncada. La imagen central del poema, la misma que le da título, había aparecido ese mismo año en el breve texto “Secularidad de José Martí” que Lezama había incluido en el número dedicado a honrar a Martí en el centenario de su nacimiento. En este texto Lezama nos explica –y quizás aquí forcemos el significado de “explicar”– que el alibi es el estado místico “donde la imaginación puede engendrar el sucedido y cada hecho se transfigura en el espejo de sus enigmas”.
   Ahora, con el poema recién descubierto en la mano, Vitier pasa a desempeñar funciones de hermeneuta de un modo bastante elemental. No lee el poema como tal sino como profecía. La presencia de Martí en el poema aludiría a un “suceso inminente y desconocido”. Cada frase tiene –según Vitier– su equivalente inequívoco en la historia cubana. “El período que se inicia con la frustración de la república martiana es interpretado por Lezama en este poema como una marcha en el desierto, semejante a la que evoca el libro del Éxodo en el Antiguo Testamento (libro básico para la hoy llamada Teología de la Liberación)”. Luego acumula una sucesión de preguntas para las que tiene como respuesta la revelación que finalmente le atribuirá al poema. “¿Por qué sentía que la casa del alibi, la casa de la realización de lo imposible, estaba ‘recién sacudida y recién nacida’?”. “¿Por qué para Martí, ‘la última casa del alibi’, nuestra única esperanza ‘está en la séptima luna de las mareas’?. Y entonces remata: ¿No es ésa la luna correspondiente al mes de julio?”.
   La asociación de la séptima luna con el mes de julio es la pieza básica de la interpretación de Vitier: el poema profetiza el ataque al cuartel Moncada y el consecuente advenimiento de la Revolución que haría realidad la anhelada República martiana. A partir de ahí todas las imágenes del poema se convierten en visiones “nostradámicas”. Las “varillas cayendo como granos de arroz” son una metáfora “de un carnaval o de una balacera” (el ataque al Moncada se produjo en plena época de carnavales). No conocer con exactitud la fecha del poema no le quita el sentido oracular. “Si este poema se escribió antes del asalto al cuartel Moncada, resulta de una videncia casi increíble; si se escribió después, cuando el ímpetu revolucionario parecía haber fracasado una vez más, constituye igualmente, en la región de los símbolos, un testimonio profético”.
   Lo que me interesaría no es determinar la mayor o menor precisión de la interpretación de los versos de Lezama por Vitier, sino la naturaleza de esta exégesis. Para aclararla valdría la pena averiguar qué necesidad tendría Vitier de exprimir esta rocambolesca profecía del poema de Lezama. Como una y otra vez lo confirman sus textos, Vitier es un místico con más fe que inspiración, que ha dirigido su compulsiva idolatría hacia Dios, Lezama, Martí y la Revolución. Vitier es justamente el centro de este culto múltiple y quien trata de imprimir un sentido único a sustancias tan dispares.

(Elogio de la levedad, Editorial Colibrí, Madrid, 2008)

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