Curiosamente, en las palabras “A manera de introducción” de su libro Inventario de saldos. Apuntes sobre literatura cubana, cuya reciente publicación motiva la entrevista de Encuentro en la Red, Hernández Busto se refiere a las repercusiones de las ideas de Bloom entre los críticos cubanos sin mencionar siquiera ni este ensayo mío (a pesar de que en la entrevista asegura que me lee “con placer”) ni el de Arcos, que constituye justamente un ejemplo de lo que, según Hernández Busto, faltaría en la crítica cubana: un análisis del “proceso literario cubano a partir de la “angustia de las influencias”. Solamente se refiere allí al libro de Rafael Rojas, ofreciendo, por cierto, comentarios muy parecidos, incluso en el nivel de la expresión, a los aportados por mí en el ensayo arriba mentado.
Hernández Busto confiesa a Arcos su propósito de “devolverle a nuestra crítica el criterio jerárquico, aunque sea con mañas de agent provocateur”. Ignoro si el desconocimiento, deliberado o no, de la participación en el debate sobre el canon cubano de los ensayistas que residimos en Cuba es una de esas mañas; en caso de serla, me temo que no contribuirá en absoluto a jerarquizar a nuestra crítica literaria.
Una cosa es la saludable provocación que puede implicar una lista personal de autores canónicos como la ofrecida en la segunda parte de Inventario de saldos, y otra muy distinta, menos legítima, desconocer olímpicamente el trabajo de los demás. Hernández Busto afirma que en un futuro se conformaría “con que, vivamos donde vivamos, y pensemos como pensemos, podamos seguir leyéndonos”. Las declaraciones de su entrevista, así como la introducción de su Inventario de saldos, manifiestan sin embargo que en este momento él mismo incumple de modo flagrante ese deseo de buena voluntad.
(Duanel Díaz sobre la entrevista a Hernández Busto, Cubaencuentro, julio 2005)
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