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Friday, February 8, 2013

Reinaldo Arenas vs. Edmundo Desnoes

En cuanto a los personajes descritos en la novela, algunos son intercambiables con los de la llamada “vida real”. Entre los incesantes jugadores de canasta es fácil descubrir al mismo Virgilio Piñera, quien fue asiduo contertulio y aficionado a esos juegos. ¿Y ese Edmundo, funcionario que “frío y azul” yace congelado, no se identifica perfectamente con Edmundo Desnoes, quien cuando Virgilio escribía esta novela era su jefe en el Instituto Cubano del Libro? “Este Edmundo –escribe Virgilio– desnudo y azul sobre un témpano, reducido al menor espacio posible, navegando plácidamente por las aguas del tiempo (al menos así lo afirmaba el doctor Gil) debió haber fracasado en toda la línea para apartarse de modo tan tajante de la sociedad y los hombres. Viéndolo así, desnudo y monstruoso, comprendí que el aburrimiento, los fracasos del alma, la soledad en compañía, lo habían llevado a la estéril solución del bajo cero”… ¿Quién que conozca personalmente a Edmundo Desnoes, no sabe que, además de tener los ojos azules y una configuración poco agraciada (“azul y monstruoso”), sus condiciones morales y su vida fracasada concuerdan cabalmente con la descripción con que Virgilio lo define?…En breve paréntesis podemos agregar que la persona de Edmundo Desnoes ha inspirado negativamente a otros escritores cubanos anteriores y posteriores a Virgilio Piñera: Él mismo aparece metaforizado en Paradiso, de José Lezama Lima, bajo el nombre de “la Margarita tibetana”, descrito entonces por Lezama como un adolescente arribista y lépero, dispuesto a comerciar sus caricias con el maestro. Pero ya En mi jardín pastan los héroes (1981), Heberto Padilla lo camuflagea someramente bajo el nombre de El Inmundo, jefe de traducciones y agente de la Seguridad del Estado de Cuba, a quien el protagonista (Padilla) debe entregarle semanalmente su trabajo. Extraña y casi satánica ironía la del caso Desnoes: habiendo escrito tres novelas no será recordado jamás por ellas, sino por haber figurado como personaje despreciable en tres novelas ajenas. Una prueba más de que la ficción supera la realidad, y la mala ficción.

(Necesidad de libertad, Ediciones Universal, 2001)

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