Hoy, en Cuba, un integrante honesto de la UNEAC debía preguntar como en su momento se preguntó el doctor Entralgo: “¿contra quién volverá esas armas el ejército?” Y, añadir otra pregunta: ¿Por qué los militares no se dedican a otra cosa en lugar de manejar cadenas de tiendas dolarizadas, hoteles, granjas y toda suerte de negocios que nada tienen que ver con los militares?
En el discurso del 18 de agosto de 1961,
previo a la constitución de la UNEAC, el entonces designado presidente Dorticós
dijo acerca de artistas y escritores: “debemos condenar algunas tendencias que
a veces terminan en círculos literarios y artísticos, de desdén hacia la cultura
política”.
A decir de Dorticós Torrado, el “desdén
hacia la cultura política” de la mayoría de los integrantes de la UNEAC, a 59
años de su fundación es inconmensurablemente mayor que en 1961. Fuera de Cuba
es de uso corriente escuchar a artistas cubanos atados a lazos en la Isla,
decir que lo suyo es el arte y no la política. Y dentro de Cuba, lo usual entre
los adscriptos a la UNEAC son los “asalariados dóciles al pensamiento oficial”,
los “becarios” que viven “al amparo del presupuesto (estatal o empresarial)
ejerciendo una libertad entre comillas”. Las frases y palabras entrecomilladas
son del Che Guevara.
Ezra Pound dijo que “los artistas son las
antenas de la raza; los escritores de un país son voltímetros y manómetros de
la vida intelectual de la nación. Son los instrumentos registradores, y si
falsifican sus informes no hay límites al daño que pueden causar. El mal arte
es un arte inexacto. Es arte que rinde informes falsos”.
Y quizás por las malas artes del arte
inexacto por más de medio siglo rindiendo informes falsos, hoy Cuba es un país
de viejos; un país de donde nuestros hijos se fueron o de donde pretenden irse,
porque, según dicen, a Cuba se le quiere más y mejor desde lejos.
(UNEAC: 59 años en el laberinto del castrismo. Cubanet, Agosto 2020)
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