“Tenía las gafas displicentes.
El rictus de sus labios
Anunciaba un cercano mal olor.
¿Y la pequeña barba?
El otro día lo recordé,
Cuando un gran sueño de cemento
(la fábrica que el pueblo alzó en Nuevitas)
Lanzaba por sus libres chimeneas
Su primer humo nuestro.
¿Dónde estaba, qué hacía?
Tal vez
En alguna pequeña
Tertulia ironizaba,
Inmerso en esa atmósfera tan suya,
De comentarios puñalitos
Y navajitas agresiones.
De pronto, lo vi pálido
(¿quién lo trajo?)
Allí mismo,
Caído
En aquel mundo de candor enérgico.
Agitaba los brazos,
Pedía socorro acaso.
Socorro, por supuesto.
Pero aquel mar lo estrangulaba,
En aquel mar se hundía,
Yo vi cómo se hundía.
(Era un alegre torbellino
De puños y canciones.)
(Reproducido en la red)
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