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Monday, March 14, 2016

Guillermo Rodríguez Rivera sobre Raúl Rivero (preso)

A partir de 1971, la realidad cultural de Cuba nos separó como escritores: mientras Nogueras, Víctor y yo anduvimos años sin que nos editaran un solo verso, Raúl se convertía en el joven poeta oficial cubano, en esos años que un crítico ha denominado “quinquenio gris”. Poco después, era Secretario de Relaciones Públicas de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y, prácticamente, el peculiar secretario personal del poeta Nicolás Guillén.
   Años después, cuando el “quinquenio” ya era historia antigua, Raúl empezó a convertirse en el “periodista independiente” de los últimos tiempos y a editar preferentemente sus trabajos en El Nuevo Herald, de Miami, bajo el auspicio y con el apoyo del exilio cubano de esa ciudad, lo que demuestra que la independencia siempre es relativa.
   Como escribí en una carta abierta a la revista Encuentro de la cultura cubana, y casi polemizando con mi desaparecido amigo Jesús Díaz, nunca entendí cuál paradoja condujo al joven poeta promovido en el dogmático e intolerante quinquenio gris, a convertirse en el único poeta que merece tal nombre entre nuestros disidentes de hoy.
   Ahora Raúl Rivero guarda prisión en una cárcel cubana. Ello me produce un profundo dolor, y él y quienes me conocen saben que no miento.
   Cuando estos años terribles pasen y Cuba no tenga que defenderse contra viento y marea frente al indeclinable proyecto de los gobiernos norteamericanos de hacer desaparecer su revolución de la faz de la tierra, seguramente los cubanos tendremos a Raúl entre nuestros buenos poetas y periodistas, por muchos reparos que tengamos que hacerle.
   Qué no daría yo por hallarlo también, como en aquellos inolvidables años sesenta, entre los que luchan diariamente para evitarle a Cuba el castigo que sus enemigos querrían imponerle por defender su soberanía y promover la justicia para todos sus hijos.

(Raúl Rivero. La Jiribilla No 112, 2003)

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