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Friday, September 27, 2013

Manuel Sosa vs. “Calibán”, de Roberto Fernández Retamar

Pero el acto justiciero mayor, como ya dije, es la relectura de Calibán (que, por cierto, se transformó en Caliban, palabra llana) en su calidad de pieza museable. Con el advenimiento del siglo XXI el exceso de coraje se ha volcado en acciones que nada tienen de justicieras: la guerrilla mestiza se especializa en tráfico de estupefacientes, en secuestros de civiles. El vínculo entre clase, raza y solvencia económica se ha ido esfumando. El elemento racial no tiene la visibilidad de hace cuatro décadas. La violencia ha quedado en las palabras, en su expresividad. De repente, los gobiernos buscan ser inclusivos, para sobrevivir. La excepción la constituyen los que antes alardeaban de ser progresistas, cuya eficacia represiva les permite acallar cualquier tipo de disidencia. Y es que ninguna sociedad será capaz de vindicar a la especie humana si precisa basarse en latitudes, fisonomías, aceleración de procesos sociales, ideologías... El Calibán resemantizado, vestido con el atuendo civil que Ariel le prestó, terminó sentado a la mesa de las negociaciones. Asintiendo, cediendo, aprendiendo reglas de diplomacia. Y Próspero, refugiado en una cátedra del Norte, le otorga becas y le dedica estudios culturales.

(Fernández Retamar, escritura y circunstancia. Blog La Finca de Sosa, 2008)

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