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Thursday, September 26, 2013

Daniel Iglesias Kennedy vs. Enrique del Risco

El comentarista en cuestión se llama Enrique del Risco y firma un artículo titulado La Gaceta de Cuba, 1995-1999. Su propósito es criticar la manipulación de que son objeto las revistas literarias cubanas, que para nadie es un secreto que responden a los intereses del régimen. Y demostrar cómo La Gaceta de Cuba ha sido utilizada para lavar la cara de la Revolución y darle una imagen aperturista con la publicación de algunos escritores cubanos en el exilio. Hasta ahí, nada que objetar. Sin embargo, Enrique del Risco toma como referencia el número cuatro de La Gaceta (1998), en el cual se publica Erotismo y humor en la novela cubana de la diáspora, una selección de capítulos de novelas editadas fuera de Cuba, recopilados por Ambrosio Fornet. Del Risco asegura que los autores escogidos por Fornet producen “una literatura al menos convenientemente neutra en términos políticos”. Y afirma que, “a cambio de un expediente de buena conducta se ofrece la acogida en el seno de la cultura nacional como contrapartida al desamparo crítico”. Se lamenta de que en esa selección no aparezcan los autores cubanos que “integran el reciente boom internacional de la literatura haber sido escogido para aparecer en el número cuatro de La Gaceta está reservado para “los que habiendo salido muy jóvenes de Cuba...se comporten adecuadamente”. A todo esto debo responder por alusiones directas.
   Resulta casi axiomática la fórmula de que el coeficiente de agnosia y la falta de información están siempre en proporción directa a la seguridad y la vehemencia con la que un crítico defiende un criterio. Las afirmaciones de del Risco son, como poco, desacertadas. Me explico: entre esos autores cubanos de la diáspora seleccionados por Fornet para ser publicados en La Gaceta me encuentro yo, junto a Carlos Victoria, Mayra Montero, René Vázquez Díaz, y otros que no sé quiénes son (Fausto Masó, Mireya Robles, Guillermo Rosales, Carlos Rubio Albet y Omar Torres). Es muy probable que Enrique del Risco no me conozca ni haya leído mis libros, como yo tampoco le conozco a él ni he leído nada suyo. Pero, antes de hacer esas afirmaciones, debió haberse informado. Cualquiera que haya leído La ranura del horizonte en llamas (Tusquets, 1987), El gran incendio (Tusquets, 1989) o La hija del cazador (Betania, 1995) no diría nunca que son libros “políticamente neutros”. Si en algo coinciden todos los críticos profesionales que han publicado comentarios acerca de mis libros —después de haberlos leído—, en periódicos como El País, ABC, Diario 16, El Correo Español, etc. (lo cual no es ningún “desamparo crítico”, como asegura del Risco), es precisamente en todo lo contrario.

(Comportamientos adecuados, Revista Hispano Cubana, No. 6, 2000)

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