Gran parte de su epístola está recorrida por el pro domo suo; muestra usted el orgullo de su ciudad intelectual y enarca la Revista de Avance. Leí sus páginas en mi juventud y las repaso hoy que su fineza y tratamiento me obligan a un colmo de sinceridad. Me pareció siempre un brac-a-brac, producto tal vez de las opuestas sensibilidades de sus directores. Alternaban allí poetas neoclásicos de México con delirantes hirsutos de Chile o Perú; se carecía de una línea sensible o de una proyección. Sus cualidades eran, como usted subraya, de polémica crítica, mas, no de creación y comunicación de un júbilo en sus cuadros de escritores. En sus viñetistas y pintores se confundían Valls, Segura, Gattorno, y Víctor Manuel, propiciando una confusión de actitudes y de valoraciones. Ninguna traducción de Valéry, Claudel, Supervielle, Eliot, o los grandes poetas de aquellos momentos, que serían después de todos los momentos. Hasta Alberto Insúa irrumpía en algunas de sus páginas. Perdóneme usted esta total discrepancia, pero a su sinceridad he querido oponer la mía, cosa de que al final los dos quedemos en paz... al menos con nuestra conciencia crítica. Es innegable que usted manifiesta un sentimiento delicado al amar aún tan apasionadamente esa obra de su juventud.
(Respuesta y nuevas interrogantes. Carta abierta a Jorge Mañach. Bohemia, octubre 1949)
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