Resulta patético el gesto de quien quiere mofarse del otro, por la sencilla razón de no compartir sus ideas o su estilo de vida o la calidad de un destino diferente; afán negador contra un texto que se propone ofrecer el testimonio de una intensa aventura del espíritu ya cumplida. Pero no hay dudas de que cada quien tiene el derecho de hacer la lectura que quiera o la que sencillamente sea capaz de hacer. Pero las lecturas deberían hacerse –al menos ese es mi criterio personal– para comprender aun lo diferente, en aras de la objetividad del conocimiento, y no para negar “alegremente” lo que no compartimos. Una cosa es no compartir un proyecto de vida, una poética, una estética, una aventura del espíritu, y afirmar, a la vez, ideas y actitudes diferentes, y otra es hacer tan evidente el propósito de negar, a través de la mofa, al otro.
(Veleidad de un estilo. La Gaceta de Cuba, abril 1998)
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