Cintio Vitier no consiguió ir más allá del Estado. Toda su obra reciente tiene la desagradable carga de la santurronería y la falsificación. En los últimos tiempos lo mismo le mandaba un mensaje a Fidel Castro alabando su “extraordinaria obra cultural y educativa” que dedicaba una serie de sonetos a los Cinco Espías. Firmaba cualquier carta que le mandara la UNEAC. Ignoraba a sus viejos amigos. El resultado es una necrológica oficial donde consta que “entregó su talento y su voz a los nuevos tiempos de la patria”.
Siempre gozó de cierto crédito, no sólo por su profunda erudición en asuntos cubanos, sino por su habilidad para evitar asuntos escabrosos. Pero hizo declaraciones lamentables sobre la realidad que padecían —y padecen— los cubanos. En algún momento debe haber vislumbrado que el camino de la duda y la crítica no lo conduciría más allá del escolio literario. Un origenista no podía resignarse a entrar en los anales del canon como un simple crítico literario. Así que se dedicó a venerar la Poesía y a dar forma a una suerte de teleología que acabó sirviendo de material para círculos de estudio.
Sin embargo, la influencia puramente intelectual de Vitier se ha debilitado en los últimos años. Hay numerosos episodios del “ajuste de cuentas” de los nuevos críticos cubanos, más o menos descarnados, pero, a mi juicio, más interesantes que la veneración indiferente que se le ha dedicado en los salones de la isla, donde sus escasos discípulos incurren a menudo en la ñoñería y la ridiculez de asumir como propio un conservadurismo prestado. La “isla infinita” convertida en el telón que oculta la isla real.
No puede decirse que Vitier sea completamente ajeno a este destino. Lo más triste que puede hacer un crítico literario es renunciar a su condición, humillarse ante la historia, subsumir la literatura, renunciar a sus dotes para confiar su trabajo a otros actores. Por miedo o por convicción, eso fue lo que hizo Cintio Vitier. En una encuesta de La Gaceta de Cuba (julio de 1969), recogida luego en Crítica cubana, cuando se le pregunta por la crítica en Cuba, Vitier afirma que en Cuba “buena parte de la creación producida desde el 59 se resuelve en crítica del pasado y que el proceso revolucionario (incluso respecto de sí mismo) es de esencia crítica”. Para cerrar luego con una frase que suena como su terrible y verdadera necrológica como intelectual: “Sumidos vitalmente en ella, es natural que la crítica exclusivamente literaria o artística pase a un segundo plano”.
(Cintio Vitier: una meditación fúnebre. Blog Penúltimos Días, octubre 2009)
No comments:
Post a Comment