Cuidado que yo habré leido versos malos, y por ahí andan algunos que no me dejarán mentir, pero sin embargo, aun siendo tan malos, hay en ellos alguna idea que el poeta (llamémosle así) ha querido rimar. Pero en Casal no se descubre esa idea ni ninguna otra, son sus versos harmoniosas combinaciones de vocablos que nada dicen. Sus admiradores han dado en llamar envidiosos á los que no nos gusta su poesía, y no comprendo por qué han de despertar envidia las poesías de Casal. Aunque bien pensado, esto tiene su explicación. Sucede en muchas ocasiones que las personas á medio ilustrar dan en la manía de celebrar aquello que no entienden, por el temor de caer en ridículo. Yo sé de personas que se hacían lenguas hablando de los sermones de un cura de aldea, sermones que ni él mismo llegó nunca á entender. Y esto es lo que sucede á ciertos admiradores de Casal.
Lo más doloroso es que el poeta ha tomado ya su resolución y cada vez acentúa más su tendencia, y el mejor día concluye sus estrofas en una casa de orates, que no en balde se puede jugar con la razón. Repito que es una lástima que joven de talento como Casal, ya que es aficionado á la poesía y que conoce tan bien el arte de la rima, pierda su tiempo en esos extravíos, envolviendo en su caida ¡quién sabe á cuántos!
(Citado por Ciriaco Sos en Julián del Casal ó Un falsario de la rima, Habana 1893)
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