Hablo
en tono personal, desde mi página personal y expreso mi opinión. El narrador
Alberto Guerra me acusa de contubernio, manipulación de jurados y por tanto de
corrupción. Sostiene a veces velada y otras abiertamente, pues en ello basa su
alegato, que gané un premio, estando entre sus organizadores. Es una calumnia,
sostenida por algunos de sus foristas. La institución donde trabajo, Letras
Cubanas, no está entre los organizadores del Premio Iberoamericano de Cuento
Julio Cortázar. Ello significa: no libra la convocatoria; no recepciona los
originales; no convoca al jurado; no asiste a las deliberaciones; no contacta
al ganador, no organiza la entrega; no coordina la divulgación posterior. Soy
un trabajador del sistema del libro y un escritor cubano que jamás ha
concurrido a uno solo de los premios que organiza. En las editoriales del
Instituto Cubano del Libro, de Pinar del Río a Guantánamo, trabajan escritores que partcipan
corrientemente en los concursos literarios nacionales. Algunos se cuentan entre
los ganadores. Los escritores vinculados laboralmente a la UNEAC participan de
modo natural en sus concursos. Algunos los han ganado. Los escritores que
laboran en dependencias de los Centros Provinciales del Libro y la Literatura
publican naturalmente en sus revistas y en sus editoriales. El narrador Alberto
Guerra, si no calculo mal, publicó una reedición de su novela en Ediciones
Unión (2017) siendo responsable de la sección de narrativa de la UNEAC. Lo
considero lógico. Aclaro que en ese período me excluyo meticulosamente de las
actividades que gesto. No me quejé ante sus superiores porque a pesar de que
era entonces un representante de todos nosotros, comprendo que ese es su
estilo.
Pero veamos: la peor manera de errar
éticamente hablando radica en participar en un concurso, con lo cual se le
reconoce legitimidad, y luego, cuando no se es el ganador, montar una campaña
de desprestigio contra ese concurso y sus organizadores. Ello involucra a los
miembros del jurado, a quienes también llega la insinuación de inmoralidad. Se
trata en este caso de una táctica del narrador Alberto Guerra, puesta en vigor
par de años atrás. Entonces el legítimo y soberano jurado del premio Alejo
Carpentier de cuento decidió declararlo desierto, decisión plausible y que puede
ciertamente provocar opiniones, pero no condena de uno de los participantes,
pues quien a ello se atreve atenta contra la propia rectitud. Alberto Guerra
elevó a la dirección del ICL una reclamación sin lugar que comenté en el
artículo "El arte de perder concursos o sobre la infalibilidad del cuento
cubano", que puede ser visto en www.laletradelescriba.cu. Aquí afirmo que
el Insituto Cubano del Libro no "prepara" de antemano sus premios.
Llamo al estrado al narrador Alberto Guerra, quien invitado por Letras Cubanas
fungió como jurado del premio Alejo Carpentier de novela en 2011 junto Arturo Arango y Lorenzo Lunar.
Ahora reitero, queridos foristas: no pido
perdón por haber ganado un premio que no convoqué. Habed convencido al jurado
de que otro cuento era mejor; no con intriga e intento de amedrentamiento a la
institución, sino con literatura.
(“Sobre premios, contubernios y el bullying literario”. Publicado en Facebook, septiembre 2020)
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