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Thursday, December 17, 2020

Rogelio Riverón vs. Alberto Guerra Naranjo

Hablo en tono personal, desde mi página personal y expreso mi opinión. El narrador Alberto Guerra me acusa de contubernio, manipulación de jurados y por tanto de corrupción. Sostiene a veces velada y otras abiertamente, pues en ello basa su alegato, que gané un premio, estando entre sus organizadores. Es una calumnia, sostenida por algunos de sus foristas. La institución donde trabajo, Letras Cubanas, no está entre los organizadores del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar. Ello significa: no libra la convocatoria; no recepciona los originales; no convoca al jurado; no asiste a las deliberaciones; no contacta al ganador, no organiza la entrega; no coordina la divulgación posterior. Soy un trabajador del sistema del libro y un escritor cubano que jamás ha concurrido a uno solo de los premios que organiza. En las editoriales del Instituto Cubano del Libro, de Pinar del Río a Guantánamo,  trabajan escritores que partcipan corrientemente en los concursos literarios nacionales. Algunos se cuentan entre los ganadores. Los escritores vinculados laboralmente a la UNEAC participan de modo natural en sus concursos. Algunos los han ganado. Los escritores que laboran en dependencias de los Centros Provinciales del Libro y la Literatura publican naturalmente en sus revistas y en sus editoriales. El narrador Alberto Guerra, si no calculo mal, publicó una reedición de su novela en Ediciones Unión (2017) siendo responsable de la sección de narrativa de la UNEAC. Lo considero lógico. Aclaro que en ese período me excluyo meticulosamente de las actividades que gesto. No me quejé ante sus superiores porque a pesar de que era entonces un representante de todos nosotros, comprendo que ese es su estilo.

   Pero veamos: la peor manera de errar éticamente hablando radica en participar en un concurso, con lo cual se le reconoce legitimidad, y luego, cuando no se es el ganador, montar una campaña de desprestigio contra ese concurso y sus organizadores. Ello involucra a los miembros del jurado, a quienes también llega la insinuación de inmoralidad. Se trata en este caso de una táctica del narrador Alberto Guerra, puesta en vigor par de años atrás. Entonces el legítimo y soberano jurado del premio Alejo Carpentier de cuento decidió declararlo desierto, decisión plausible y que puede ciertamente provocar opiniones, pero no condena de uno de los participantes, pues quien a ello se atreve atenta contra la propia rectitud. Alberto Guerra elevó a la dirección del ICL una reclamación sin lugar que comenté en el artículo "El arte de perder concursos o sobre la infalibilidad del cuento cubano", que puede ser visto en www.laletradelescriba.cu. Aquí afirmo que el Insituto Cubano del Libro no "prepara" de antemano sus premios. Llamo al estrado al narrador Alberto Guerra, quien invitado por Letras Cubanas fungió como jurado del premio Alejo Carpentier de novela en 2011 junto  Arturo Arango y Lorenzo Lunar.

   Ahora reitero, queridos foristas: no pido perdón por haber ganado un premio que no convoqué. Habed convencido al jurado de que otro cuento era mejor; no con intriga e intento de amedrentamiento a la institución, sino con literatura.

(“Sobre premios, contubernios y el bullying literario”. Publicado en Facebook, septiembre 2020)

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