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Friday, June 12, 2015

Angel Velázquez Callejas vs. Ignacio T. Granados

Desde luego, tal y como el rigor metatrancoso produce una novedad artística, también provoca un efecto de contrariedad e inconsistencia excéntrica que pone en peligro la veracidad, la estética, del propio arte. Por lo general, sucede en estos casos que cuando un metatrancoso entra a toda máquina en la dinámica ascética artística, simple y llanamente pierde el norte de la voluptuosidad. Tiende a convertir, por una furibunda apatía existencial, la belleza en moral estética. Una moral monstruosa que determina, per se, el retiro forzoso, y patético, hacia una de esas cavernas platónicas del cosmopolitismo moderno. Desde allí se comienza a odiar a la humanidad, a insultarla, incluso a envidiarla. Se entra de lleno en la locura existencial del reconocimiento. Y todo entonces se vuelve mentira, hipocresía e ilusión.
   Conste que el Diamante Negro de la Metatranca es una metáfora encarnada en lo más sublime del ego del hombre. La metatranca es como la espada del rey Salomón: corta, corta, corta, pero para nada. Y este es uno de los peligros que asume la humanidad cuando es atravesada por el arte de la moral estética.

(Diamante Negro de la Metatranca: El arte de la moral estética. Neo Club Press, agosto 2013)

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