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Friday, January 23, 2015

Leopoldo Ávila vs. Antón Arrufat

Hace algún tiempo Antón Arrufat es conocido en los círculos literarios por sus majaderías, su carácter variable, y en fin, una serie de cosas y cositas de distinta índole, que no vienen al caso. Lo que importa es que también y sobre todo, se le conoce como autor de más de uno de esos poemitas “extraños”, que, si se les analiza bien no tienen nada de extraños: son simple y llanamente hostiles al proceso revolucionario.
   Antón es del grupo de Lunes uno de los más versátiles. Empezó a darse a conocer en la revista “Ciclón”, donde junto a algún artículo de seriedad (como el ensayo sobre Villena, de Portuondo) se unía siempre esa actitud huracanada que Feo y Piñera (los flamantes editores) en unión de Cabrera dieron y dan a muchas cosas suyas. Más tarde estuvo en los Estados Unidos, regresando a Cuba en 1959 para unirse al grupo mencionado. Como tenían papel y una editorial, Antón llovió sobre las páginas del magazine y se editó sus libritos con una frecuencia obstinada. Si bien en poesía no conseguía el nivel de la gran poesía, ni en teatro , el del gran teatro, ni en cuento el de la gran prosa, Antón tenía amigos. Y eso ya basta.
   El problema de ahora es que Antón se fue a la guerra.
   Pero hay antecedentes que es bueno recordar. De Lunes pasó a la revista “Casa”. Allí publicó a su gente ampliamente. Llegó al colmo cuando dio a conocer el poema “Envío”, de José Triana cuyo contenido era la inversión sexual descrita en sus detalles más groseros. Antón salió de la revista, dedicándose a asesorar a grupos teatrales y otras actividades literarias. Tres años después manda una obra al Concurso de la Unión. En el tribunal el voto José Triana, junto al de dos extranjeros (uno de ellos, por lo menos, absolutamente desconocedor de la realidad cubana y la realidad de Antón) lo premia, frente al digno voto particular por motivos ideológicos de Raquel Revuelta y Juan Larcos.
   Los siete contra Tebas es la entrada en la guerra de Antón Arrufat. Si hasta ahora se le conocía por sus ambiguos poemitas, ahora quiso ser claro como el agua. El resultado es, lógicamente, bastante turbio.
   (…)
   ¿Qué cree este señor? ¿Que le vamos a celebrar la gracia? ¿Que le vamos a representar su obra; dejar que Piñera o Rodríguez Feo salgan a cargarla de elogio? No, esta guerra nuestra es de veras, no es un juego. No es una lucha entre hermanos que ha sido alentada por gente soberbia y ambiciosa; es una lucha contra el imperialismo sin tregua posible, y el que venga a tomar la Ciudad no va a encontrar lloronas que digan “tercos, tercos, tercos” ni que se pregunte qué libertad perdemos. Sino un pueblo que sabe defender la libertad que tiene, a costa de todo, y sabrá vencer.
   Este sinuoso fabulista, hasta ahora, nunca se había atrevido a tanto. Su acto de mayor audacia fue aquella publicación de “Envío”, de que hablábamos al principio. Pero ahora dice y aclara. Si en algún momento ha intentado publicar otras cosas contra-revolucionarias, siempre alguien —con buena intención, a ver si Antón cambiaba— le aconsejaba amistosamente. Y Antón guardaba su poemita. Pero ahora por su cuenta y riesgo se va a la guerra con armadura y todo. A la guerra contra la Revolución. Y ahí sí que no. Ni grupitos que lleven la obra al extranjero con dinero de la Revolución ni vuelos a capitales europeas. Aquí no celebramos las insolencias aunque vengan de un señor tan mínimo. Aquí no aplaudimos la infamia, porque la Revolución se hizo contra la infamia. Aquí no levantamos pedestales a la mentira, porque la Revolución se hizo con la verdad. Y además, no desprecie tanto al pueblo, no crea que el pueblo no va a entender sus ataques groseros y aristocratizantes. El pueblo los entiende y los rechaza. No van a pasar inadvertidas sus insolencias mientras él se ríe del pueblo detrás de la cortina. Eso no va a volver a pasar.
   Quédese quieto, tome sus pastillas, tranquilícese. Pero por favor no venga a estas alturas con sus descarados ataques. Que no está la magdalena para tafetanes.

(Antón se va a la guerra, Verde Olivo, noviembre 1968)

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