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Thursday, May 8, 2014

Fermín Gabor vs. Humberto Arenal (y la Generación del Cincuenta)

Me alegra enormemente que Humberto Arenal ostente, desde hace unos días, el Premio Nacional de Literatura. No conozco personalmente a Arenal, confieso ser un desganado lector de su obra, pero me alegra que haya sido el elegido. Por diversas razones. La primera, porque este galardón vendrá a calmar los nerviosismos e insomnios de un señor que va a cumplir, en los próximos días de enero, ochenta y cinco años. Y bastante tiene ya un octogenario con los problemas de orina, para soportar, además, otro desvelo que lo haga levantarse a cada rato de la cama.
   Me enorgullece también que el Premio Nacional de Literatura no haya salido de los predios de la Generación del Cincuenta. ¡Es que decir Generación del Cincuenta es decir Premio Nacional de Literatura! ¿Qué otra franja de escritores ha brindado tanta y tanta riqueza a las letras patrias? ¿Qué otro grupo de escritores ha influido más en las nuevas promociones? ¿De cuáles se escuchan sus nombres en las más importantes capitales del mundo? ¿Quiénes como ellos han cultivado, junto a una cubanía raigal, tan refinado cosmopolitismo? ¿Y a quiénes, sino a ellos, debemos transformaciones tan radicales en la novela, el ensayo, la poesía, el teatro, el cuento, la televisión, la ópera, el cabaret y el circo?
   Me complace que Humberto Arenal sea Premio Nacional de Literatura porque, después de la Generación del Cincuenta, que le echen el caldo a los perros.
   Es preciso premiar hasta al más desconocido miembro de esa generación, es necesario recompensar hasta el último balbuceo de tal grupo. ¡Que nadie de la Generación del Cincuenta se quede sin coger cajita! ¡Que nadie de la Generación del Cincuenta salga del cumpleaños sin haberle puesto el rabo al burro! ¡Rocánrol para los pepillos del Cincuenta!
   Estoy feliz de que Humberto Arenal haya agarrado premio porque su obra resulta sumamente desconocida. Y, ¿acaso lo mejor del Nobel no es el impulso que presta a la edición de autores hasta entonces ignotos? El Premio Nacional de Literatura hará por Humberto Arenal lo que el Nobel hace por sus laureados. Publicados los libros suyos con un cintillo pertinente, los lectores se abalanzarán sobre ellos, y la lectura podrá confirmarles lo que sabían ya: no importa si se lee o no se lee, Humberto Arenal siempre será un autor desconocido.

(La Lengua Suelta # 47. La Habana Elegante, segunda época)

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