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Thursday, March 13, 2014

Carlos Espinosa acerca de “Sobre los pasos del cronista”, de Elizabeth Mirabal y Carlos Velazco

Sobre los pasos del cronista llega a los lectores con un aval que, al mismo tiempo, actúa en su contra. En su cubierta se lee: Premio UNEAC de Ensayo Enrique José Varona 2009. En realidad, no estamos ante un ensayo, sino de una investigación. Acuciosa, seria, como ya he señalado, pero una investigación. El ensayo es otra cosa. Ante todo, posee como característica inherente al mismo su naturaleza subjetiva. Quien lo firma esgrime argumentaciones verosímiles, pero no trata de probar una tesis de manera irrefutable. Lo expresó de modo diáfano el mexicano José Luis Martínez, para quien el ensayo es “una peculiar forma de comunicación cordial de ideas en la cual estas abandonan toda pretensión de impersonalidad e imparcialidad para adoptar valientemente las ventajas y las limitaciones de su personalidad y su imparcialidad”. Esa definición es suficiente para darse cuenta de que se trata de algo bien distinto a lo que Mirabal y Velazco han hecho. Supongo que resulta obvio, pero igual aclaro que con esto no estoy restando valor a su trabajo. Simplemente hago notar que aparece bajo una etiqueta que no le corresponde.
   Sobre los pasos del cronista fue concebido originalmente como la tesis de grado que Mirabal y Velazco redactaron, para graduarse de periodismo en la Universidad de La Habana. Ignoro a qué proceso de reescritura fue sometida antes de presentarla al concurso de la UNEAC. En cualquier caso, como cualquier otro libro debió haber tenido una adecuada edición previa a su envío a la imprenta. En este caso, existían además varias razones para que eso se hiciese. En primer lugar, por tratarse del primer libro sobre Cabrera Infante que ve la luz en Cuba. En segundo, por haber sido galardonado en el premio que convoca esa institución. Y en tercero, por ser la obra con la cual se estrenan dos autores jóvenes, que además no rebasan los veintiséis años.
   Por supuesto, cuando hablo de edición me refiero a algo más que cuidar las cursivas, los entrecomillados y las erratas. Incluso en ese aspecto, Sobre los pasos del cronista no se libra de algunos deslices. El nombre de Eric Bentley aparece como Erich. El apellido de Bertolt Brecht, como Bretch. Asimismo no figura como coautora de la novela Cenizas de Izalco la salvadoreña Claribel Alegría, quien en 1978 obtuvo el Premio Casa de las Américas de poesía. Pero personalmente creo que aspectos como esos se pueden disculpar. Lo que realmente hubiese sido necesario habría sido revisar a fondo el original de Mirabal y Velazco. Haber eliminado algunos fragmentos de una exposición que es, a veces, reiterativa y prolija en información. Haber pulido algunos detalles de la escritura, lógicos en unos autores bisoños. Haber evitado que la consulta de las notas sea tan molesta, colocándolas a pie de página y no al final. En suma, haberle dado el tratamiento cuidadoso que Sobre los pasos del cronista se merecía.

(Un acto de justicia largamente esperado, Cubaencuentro, septiembre 2011)

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