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Thursday, June 20, 2013

Duanel Díaz vs. Eliseo Diego

El hecho de que, como este, “Pequeña historia de Cuba” no sea un poema demasiado referencial o explícito no lo “salva” en modo alguno de su contexto político. Su publicación en el número 67 de Casa de las Américas, donde aparece una declaración contra los críticos extranjeros que lamentan la farsesca confesión de Padilla, es significativa. No sólo porque Diego está entre los firmantes de ese documento, sino porque en el funesto período que inaugura entonces el Congreso de Educación y Cultura, mientras tantos escritores fueron marginados él gozó de favor oficial. Y parece difícil cuestionar la relación entre esa ventajosa situación —que incluye varios viajes a la Unión Soviética y otros países socialistas— y un poema como “Pequeña historia de Cuba”, donde los experimentos de ingeniería social comunista son el referente más estricto de los versos que rezan: “vivos, vivarachos de siempre, se acabó lo que se daba, ya no hay oro. / Porque no nos importa, porque es un sucio becerro y no nos da la gana”, como la zafra de los Diez Millones lo es de aquel otro que proclama que “no especulamos, de espejo a turbio espejo, ya infernalmente con la caña”.

(Límites del origenismo, Editorial Colibrí, Madrid, 2005)

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