Aquellos que crecimos por la década de 1980 en Cuba, recitamos con pueril fervor Mi bandera de Bonifacio Byrne. "¡Al volver de distante ribera,/ con el alma enlutada y sombría…". El matutino escolar resultaba el espacio ideal (Yo, que cursé la enseñanza primaria en el oriental Centro Escolar 26 de Julio, antiguo Cuartel Moncada, recuerdo cómo en la clase de Lectura nos teníamos que aprender el poema. Sí, y ante todo, era necesario darle una histérica entonación a la última estrofa: "Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día…". El texto de Byrne devenía, por obra y gracia de un sistema educacional "para el bien de todos" y de nuestra ingenuidad, el más sublime estado poético alcanzado por el hombre, el más alto ejemplo de patriotismo literario).
Con el paso del tiempo me di cuenta (jodido sentimiento de desolación y estafa) que Mi bandera es tan sólo eso: un mediocre poema para recitar/gritar en matutinos escolares en Cuba.
(Donde Bonifacio Byrne lamenta su descendencia. Cubaencuentro, febrero 2005)
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