En su novela más reciente, La transparencia del tiempo, no se hace
esperar para mostrar ese lirismo picúo. Como si no bastara con el título, el
libro abre con el siguiente párrafo: "La luz rotunda del amanecer
tropical, filtrada por la ventana, caía como el haz teatral proyectado sobre la
pared donde pendía el almanaque con sus doce cuadrículas perfectas,
distribuidas en cuatro hileras de tres rectángulos cada una".
No me explico cómo con tanta gente a quienes le agradece consejos
editoriales, nadie se atrevió a disuadirlo de ese comienzo. Luego empieza a
narrar y esa suerte de narrativa periodística le sale bien, pero para que no
nos olvidemos de su lastimosa y, lo repito, ridícula prosa, vuelve a la carga
con: "Sus pies han sido los caminos recorridos: de la inocencia a la
culpa, de la ignorancia al conocimiento, de la paz a la muerte, del paseo
placentero y el pesado acarreo montaraz a la fuga sin retroceso…", y por
si no hubiera suficientes clichés, frases hechas y lugares comunes, una página
después ataca con: "Un transcurrir que ni siquiera merecía una
denominación que implica movimiento…", ante lo cual uno enmudece de tanto
sin sentido.
Estas dos citas se encuentran en las páginas 40 y 41 de la edición de
Tusquets.
Esta vez parece que a Padura se le agotaron las ideas y le debía trabajo
a la editorial, porque La transparencia
del tiempo está "basada" (para no mencionar plagiada) en El halcón maltés, la extraordinaria
novela de Dashiell Hammett. Menuda pretensión. La única diferencia es que con
Conde ya retirado hace más de una década de la policía, al ejercer como una
especie de "investigador privado" dentro de las limitaciones de la
Isla, el personaje toma más de Philip Marlowe que de Sam Spade, por comportarse
más como un marginal, aunque ambos son unos cínicos desilusionados que aún
conservan un poco de idealismo.
La novela trata sobre el robo de una virgen negra, de valor desconocido
y a la que se le atribuye poderes divinos. Se divide en dos relatos. El de la
pesquisa detectivesca y la historia de la virgen que nos refiere a la Garrotxa
catalana y hasta las últimas cruzadas. La parte detectivesca es legible, aunque
muy similar a toda la obra anterior de Padura-Conde, sin ningún aporte
temático. Nos regresa siempre a su grupo de amigos y las
"excepcionales" comidas que prepara la mamá del Flaco, un ser
inmaculado y estereotípico a no más dar y a su mentalidad de adolescente
barriotero. Pero la parte de la historia de la virgen es simplemente
insoportable y aburrida, además de estar escrita en esa prosa paduriana de
lirismo sin brújula. Ya al final yo pasaba esas páginas sin prestar mucha
atención.
Por mucha admiración que expresan los escritores cubanos por Hemingway,
me parece que se relaciona con su aspecto de aventurero, de macho supremo,
ignorando siempre su aspecto de "americano feo" (porque por todo lo
que he leído de él, como persona, Hemingway debió ser un tipo intratable), ya
que ninguno escribe ni lejanamente parecido a él, que si algo era fue un
maestro de la prosa precisa y eficiente, que encontraba la belleza en la
simplicidad.
Padura en esta novela sobre todo, hace alarde de un alambicamiento que a
veces lo hace perder el objetivo del párrafo y debilita la narrativa. También
aburren los homenajitos y referencias a Virgilio Piñera y a Lino Novás Calvo,
que se notan traídos por los pelos, guiños inútiles, pataleos de mono amarrado.
Junto con La cola de la serpiente,
esta novela forma lo peor de la obra de Padura. De una obra por lo general
prescindible, La transparencia del tiempo
es merecedora del más rápido olvido.
(La pérdida del tiempo. Blog Diletante sin causa, marzo 2018)
No comments:
Post a Comment