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Monday, June 8, 2020

Antonio José Ponte vs. Eduardo Heras León


Un libro suyo menos y sería Ambrosio Fornet, se confundiría a uno con el otro.
Ambos hallaron en la pedagogía una vía de escape al bloqueo de escritor, aunque Heras León la adoptó a escala industrial, abriendo toda una escuela. Autor de cuentos militares en sus inicios, él acantona, acuartela y vivaquea a sus alumnos en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.
(…)
   Una tarde en que se discutió públicamente en Matanzas el cuento más conocido de Senel Paz, recibí un llamado de atención del profesor Heras León. Fue en el salón de actos de la biblioteca Gener y Del Monte, y allí estaba también el autor de "El bosque, el lobo y el hombre nuevo".
   Yo le había advertido a Senel Paz que no me gustaba su texto y que hablaría acerca de ello. Comenté, entre otras cosas, que el personaje Diego resultaba inverosímil, un expulsado del país que acopiaba recuerdos en su maleta y guardaba en ella ni más ni menos que imágenes revolucionarias.
   Era como si Eneas, huyendo de Troya, cargara con una estatua del matarife Aquiles, amén de con su padre Anquises.
   En ese punto pidió Eduardo Heras León la palabra y dijo verse obligado a apelar a su propia historia. Como muchos de los presentes sabíamos, él había sido sancionado por causa de un libro. Destinado a trabajar en un taller metalúrgico, pasó años sin poder publicar una página y, sin embargo, todo aquello lo hizo más revolucionario todavía. Por injustas que fueran las sanciones aplicadas, todo lo que habían conseguido de él fue que ahondara en su pertenencia a la revolución. Del mismo modo, el personaje Diego…
   Cuando terminó con su perorata autobiográfica, hice notar al autor de "La guerra tuvo seis nombres" y "Los pasos en la hierba" que él era una persona y podía darse el lujo de ser inverosímil. Diego, en cambio, vivía dentro de un cuento construido según las leyes del realismo literario.
   No contestó a mi objeción, y ahora me pregunto si no será esa inverosimilitud personal la que lo bloquea como creador.
   El suyo podría ser un caso de estudio para la clase más clínica que tengan allá en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso.
   Eduardo Heras León recibió en 2001 el Premio Nacional de Edición, así como el Premio Nacional de Literatura en 2014. Lo mismo que en el caso de Ambrosio Fornet, la falta de credenciales hizo que primero lo laurearan como editor, para poder considerarlo literato luego.

(Del "Diccionario de la Lengua Suelta", de Fermín Gabor, Renacimiento 2020)

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