“El
homófobo zarapico”, como calificó un amigo a Samuel Feijóo por su virulenta
crítica contra los homosexuales, en el centenario de su natalicio está siendo
homenajeado en toda la isla. El autodidacta intelectual revolucionario ocupa
cintillos de revistas culturales y de medios de información nacional.
Nacido en San Juan de las Yeras, Las Villas,
el 31 de Marzo de 1914, el denominado escritor polivalente cubano por su
incursión en la narrativa, la poesía, el periodismo, la investigación
folklórica, la promoción cultural y la creación de revistas como Islas y
Signos, Feijóo fue, sin embargo, un represor.
Calificado como irreverente, inconforme y
apegado a la verdad, el escritor mostró una intransigente homofobia y un
extremismo revolucionario, que sentaron pautas entre los argumentos empleados
por las autoridades cubanas en su cruzada contra toda persona homosexual en el
sector cultural del país.
El autor de las novelas Juan Quinquín en
Pueblo Mocho y Tumbaga, del libro Cuentacuentos (Premio UNEAC), de la
compilación poética Ser fiel, y del ensayo El negro en la literatura folklórica
cubana, en su artículo “Revolución y vicios”, publicado en el diario El Mundo,
el 15 de Abril de 1965, señaló:
(…) este país virilísimo, con su ejército de
hombres, no debe ni puede ser expresado por escritores y artistas homosexuales
o seudohomosexuales. Porque ningún homosexual representa la revolución, que es
un asunto de varones, de puño y no de plumas, de coraje y no de temblequeras,
de entereza y no de intrigas, de valor creador y no de sorpresas merengosas”.
Estas expresiones homofóbicas, sumadas a las
de otros intelectuales y funcionarios en el ejercicio del poder cultural y
político en Cuba, fueron piedras de toque para que, en un contexto ideológico
convulso donde se fraguaba la creación de un “hombre nuevo”, se persiguiera al
homosexual.
Más adelante, en su artículo de marras, el
también autor de Camarada celeste, Polvo que escribe, El movimiento de romances
del siglo XIX, la antología Sonetos en Cuba, El sensible zarapico, Teatro
cubano, y de la exposición de sus pinturas y dibujos en la muestra Kokoriokos y
KakafuaKos, agregó:
“Y la literatura revolucionaria verdadera no
es ni será jamás escrita por sodomitas, eso es un fraude más, una superchería
de tan bien empiñados vicios (…) No se trata de perseguir homosexuales, sino de
destruir sus posiciones, sus procedimientos, su influencia. Higiene social
revolucionaria se llama esto”.
Seis años después del artículo, en El Primer
Congreso de Educación y Cultura (La Habana, 1971), se adoptarían como Ley estas
y otras expresiones homofóbicas, y decenas de homosexuales vinculados al arte y
la literatura, serían perseguidos y separados de las instituciones culturales
cubanas.
No pocos fueron encarcelados, condenados al
exilio, al ostracismo, y a la gran mayoría se les prohibió publicar y salir del
país durante décadas. Creadores como José Mario, René Ariza, y los hoy Premio
Nacional de Literatura Antón Arrufat, César López, y Reinaldo González, fueron
víctimas de la exclusión.
Como colofón de las opiniones vertidas
contra la homosexualidad por Samuel Feijóo, basta con las siguientes:
“Si perdemos por ello (expulsiones) un
conjunto de danzas, nos quedaremos sin el conjunto de danza enfermo. Si
perdemos un exquisito de la literatura, más limpio queda el aire”.
No hay dudas de que el homófobo zarapico,
Samuel Feijóo, no pudiera anidar en esta otra revolución y otros vicios, que si
bien desmonta su teoría marxista y se hunde en la corrupción, el robo, la
indisciplina social y la mentira, al menos, y contra su voluntad, reconoce el
libre derecho a la orientación sexual.
(Otra
revolución y otros vicios volverían loco a Samuel Feijóo. Cubanet, julio
2014)
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