Es muy probable que, en el
terreno de la cultura, terminemos acogiendo a nuestro pesar el término
“padurización” como etiqueta para los años finales del castrismo, esto es, la
asimilación de un status quo donde
prevalece la refracción de todo lo que un régimen ha tenido de represivo,
totalitario y antidemocrático; la negación de esa faz convertida en antifaz.
Así, el intento de normalización de Barack Obama encajaría a la perfección con
esa posición del intelectual/escritor acomodado —el “ketman profesional” que describe Milosz— que desde adentro clama
por una reforma muy maquillada para esconder toda la vergüenza cómplice bajo el
lema de “aquí no ha pasado nada”.
(Texto incluido en El compañero que me atiende, Editorial
Hypermedia 2017)
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