Veo
el programa de la Feria del Libro de Miami. El programa (en lo que a
Cuba concierne) un programa de las dos orillas a la medida de Padura mensajero
oficial del castrismo en la cárcel de Lula y en los salones miamenses. Poco a
poco la Feria ha ido sucumbiendo a la marea de las dos orillas, de la reconciliación,
del pasemos página, o dicho más claramente a la estrategia castrista de
colonización. Colonizar Miami, la ciudad de sus víctimas y sus enemigos ha sido
para el castrismo una operación crucial que ha rendido sustanciosos frutos.
Miles de millones de dólares anuales ordeñados al exilio, por no hablar de lo
más importante: la exportación del envilecimiento castrista a Miami. Queda poco
ya sin colonizar y el ambiente es de resignación entre las víctimas y de
desfachatez entre los triunfales y zafios invasores. No es que Miami fuese
nunca una plaza cultural, pero era una plaza moral. Y en lo referente a la
cultura, había gente seria, profesional, leída, que continuaba alimentando esa
trama de belleza, honor e integridad a la que llamábamos cultura cubana. Hoy ya
esa trama ha sido barrida por la vulgaridad castrista, como fue barrida de la
isla, deliverada y brutalmente, desde los primeros años. El castrismo no es una
ideología, es la zafiedad en el poder. Caen las últimas almenas y la alta Cuba
que fue sólo sobrevive en la memoria y en la resistencia de los últimos cubanos
libres. Cuando ellos mueran la luz de toda una época se apagará.
(Blog
Emanaciones, octubre 2019)
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