Cuando el narrador Alberto Garrandés publica un libro como Las potestades incorpóreas (2007), es porque se está inaugurando, y sin que apenas lo hallamos advertido, un nuevo género de novela que se podría denominar como la “novela del aburrimiento”, en cuya diégesis no pasa absolutamente nada entre un punto A y un punto B (o entre un punto A y un punto A’ que ha pasado, antes, por un B), cosa que no habían visto esos sabelotodo grandilocuentes de Vladímir Propp, Víktor Shklovski, Mijaíl Bajtín, etc., etc.
(Relativos [notas sobre literatura cubana III]. Hypermedia magazine, octubre 2020)
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