Ambrosio Fornet y Jorge Fornet, padre e hijo, han querido resolver el Caso Padilla a la cañona. Son investigadores que hacen cambios en la escena del crimen con tal de que el modus operandi del criminal coincida con el que ellos traían pensado.
Según averiguaciones suyas, antes de que Heberto Padilla se pusiera a
hacer poemas moscovitas el horizonte habanero se encontraba completamente
despejado, sin asomo de estalinismo.
Fue Padilla, sostienen los investigadores Fornet y Fornet, quien vino a
complicar las cosas, extrapolando experiencias soviéticas e importando a la
isla mercancía averiada.
Padilla era un exotista. Igual que un siglo antes lo había sido Julián
del Casal. Importador de bibelots uno y de abedules el otro. De manera que si a
Casal lo habían acusado de afrancesado, a Padilla lo acusaron de sovietizante.
O mejor dicho, de estalinizador. Y así fue explicado su caso en la época en que
lo detuvieron y estuvo recluido en Villa Marista bajo interrogatorio.
Cuatro décadas más tarde, Ambrosio Fornet sostuvo que Padilla: "aun
bajo el sol tropical se sentía asediado por los fantasmas del estalinismo"
("La política cultural del período revolucionario: memoria y
reflexión", Centro Teórico-Cultural Criterio, La Habana, 2007).
No es superfluo el detalle del sol tropical. De ese sol a plomo se
valieron las denuncias de exotismo contra Casal, así que valdría también para
denunciar el extraño comportamiento del poeta Heberto Padilla. No obstante,
desde los experimentos ópticos de Eliseo Diego en la Calzada de Jesús del Monte
es conocido el fenómeno de que la demasiada luz puede formar otras paredes con
el polvo. Y para Padilla esas otras paredes coincidieron con las murallas rojas
del Kremlin.
En su libro "El 71. Anatomía de una crisis" (Letras Cubanas,
La Habana, 2013), Jorge Fornet habla del Caso Padilla como si de una
autoprofecía cumplida se tratara. Coincide el investigador hijo con el
investigador padre en que la Cuba de la época no vivía bajo amenaza
estalinista. Tal amenaza residía únicamente dentro de Padilla, quien a fuerza
de imaginar un estalinismo insular en poemas y conversaciones con diplomáticos
y visitantes extranjeros, consiguió que aquel estalinismo fructificara en Cuba.
O sea, que el poeta resultó capaz de imponer sus fantasmas al Estado
revolucionario. Es decir, que todo cuanto ocurrió después de su detención
policial, la "autocrítica" y la férrea censura que se iniciara, emanó
de Heberto Padilla y estaba concentrado en él. Fue Padilla quien forzó a sus
represores, que no querían reprimirlo, a obrar en contra suya.
Represores a su imán.
Todo lo anterior conduce a una cuestión mayor, desatendida por los
Fornet: la de cómo pudo una sola persona lograr cambios tan grandes en un
régimen. O, dicho de otro modo, cómo fue capaz Heberto Padilla de convencer a
las autoridades revolucionarias para que se comportaran tan soviéticamente con
él y luego con la intelectualidad en pleno.
Es indudable que un avezado comisario político, un buen perro de presa
en su puesto, habría ordenado la detención, reclusión e interrogatorio en Villa
Marista de Ambrosio Fornet y Jorge Fornet.
También habría ordenado que ambos se autocriticaran en público por
contrarrevolucionarios. Contrarrevolucionario el padre, contrarrevolucionario
el hijo. Porque, con la excusa de exculpar de despotismo a las autoridades
revolucionarias, tanto Ambrosio como Jorge ponían en entredicho la fuerza y
convicción de esas autoridades, hasta el punto de pretender que un intelectual,
no guerrillero, lograba imponerles sus lineamientos.
¿Cuál imagen creían Fornet padre y Fornet hijo que el Comandante en Jefe
prefería que se diera de él? ¿La de un déspota o la de un mentepollo?
(Publicado en Facebook, marzo 2020)
Muy bueno. Descubri este post hoy despues de leer una entrevista a Abel Prieto,Jaime Gomez Triana y Jorge Fornes sobre el Quinquenio Gris en Cubadebate tratando de rescribir la historia. De paso compre el libro de Fornes "El 71. Anatomía de una crisis" para darme banquete con su revisionismo historico.
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